Han pasado 50
días de esta fiesta en la Iglesia que nos puede llenar de tanta esperanza.
Tiempo para haber dado gracias a Dios por este amor, tan humilde, tan real, tan
concreto, tan cercano, tan solidario, tan suyo…
Tiempo para creer que el dolor, la muerte y el pecado nunca tiene la
última palabra. Tiempo para llenarnos de alegría porque hemos puesto nuestra
confianza en un Dios tan personal que no deja de estar a nuestro lado, no deja
de buscarnos y esperarnos para ser felices.
Pentecostés es una ocasión para reconocer que el AMOR que tiene el rostro
de Cristo, tiene también una fuerza y una persona concreta a quien podemos
dejar que entre a lo más hondo de nuestro espíritu. Es una fiesta para
reconocer que hemos nacido para que todo pueda ser vivido, comprendido y gozado
desde la categoría del AMOR… Algo que no es sólo teoría, sino que se hace
concreto en lo cotidiano del día a día.
Amor que se percibe en toda ocasión y circunstancia que nos toca vivir.
Amor que crece y arde más vivamente cuando le abrimos las puertas y candados a
la Persona del Espíritu Santo para que con Él podamos orar, podamos reír,
podamos valorar, podamos esforzarnos, podamos recibir el perdón, podamos ser
solidarios con los demás, podamos levantarnos, podamos amar y servir, podamos
buscar, podamos motivarnos, podamos levantarnos de nuestras caídas, podamos
perdonar a los demás, podamos pedir ayuda, podamos ser mejores cada día,
podamos dar la vida por los que amamos, podamos tomar buenas decisiones,
podamos luchar contra aquello que nos hace daño.
Y en estos días me ayudó rezar especialmente con un himno precioso
que se llama Secuencia de Pentecostés que le reza al Espíritu Santo. Y en él se
le describe de muchas formas, como también describe nuestro espíritu de tantas
otras:
Ven,
Espíritu Divino
manda
tu luz desde el cielo.
Padre
amoroso del pobre;
don,
en tus dones espléndido;
luz
que penetra las almas;
fuente
del mayor consuelo.
Ven,
dulce huésped del alma,
descanso
de nuestro esfuerzo,
tregua
en el duro trabajo,
brisa
en las horas de fuego,
gozo
que enjuga las lágrimas
y
reconforta en los duelos.
Entra
hasta el fondo del alma,
divina
luz, y enriquécenos.
Mira
el vacío del hombre,
si
tú le faltas por dentro;
mira
el poder del pecado,
cuando
no envías tu aliento.
Riega
la tierra en sequía,
sana
el corazón enfermo,
lava
las manchas,
infunde
calor de vida en el hielo,
doma
el espíritu indómito,
guía
al que tuerce el sendero.
Reparte
tus siete dones,
según
la fe de tus siervos;
por
tu bondad y tu gracia,
dale
al esfuerzo su mérito;
salva
al que busca salvarse
y
danos tu gozo eterno. Amén
Entonces fui como desmenuzándolo desde aquello que vivimos y necesitamos frente
a lo que es Él para cada nosotros. Me conmovió particularmente ese contraste
tan grande entre lo frágil y necesitado en nosotros, respondido por su amor
divino, el Espíritu Santo.
Nosotros:
· Somos
pobres y débiles
· Tenemos
una hondura en el alma
· Nos
esforzamos por alcanzar algo
· Vivimos
un duro trabajo
· Vivimos
horas de fuego
· Sufrimos
con lágrimas
· Sufrimos
duelos
· Experimentamos
un vacío en el alma
· Experimentamos
el poder del pecado
· Experimentamos
una tierra en sequía,
· Tenemos
un corazón enfermo
· Tenemos
manchas, heridas en el alma
· Experimentamos
un alma como hielo
· Tenemos
un espíritu indómito
· Torcemos
el sendero
· Buscamos
salvarnos
El
Espíritu Santo es:
· Dulce
huésped del alma
· Divina
luz que penetra
· Se
nos da en siete dones divinos
· Bondad
· Gracia
· Padre
amoroso
· Fuente
del mayor consuelo
· Descanso
· Tregua
· Brisa
· Gozo
eterno
· Riqueza
· El
que habita muy dentro
· Aliento
de vida
· El
que riega, hidrata, refresca
· El
que sana
· El
que lava y limpia
· El
que infunde calor de vida
· El
que doma
· El
que guía
· El
que salva
Es una oración y un himno que nos puede llevar a sabernos sobrepasados por la
grandeza de la Persona y Fuerza del Amor de Dios, que es el Espíritu Santo.
Sobrepasados por su amor que se nos da sin haberlo pedido.
Sobrepasados por su fuerza, al darnos más de la que necesitamos.
Sobrepasados por ese entusiasmo que nos anima y motiva a seguir adelante.
Sobrepasados con esa esperanza que nos convence que el cielo y la felicidad es
posible.
Sobrepasados por ese gozo eterno, que puede vivir en toda experiencia y
encuentro.
Sobrepasados por esa invitación a ponernos metas altas en la vida porque con su
fuerza y gracia todo es posible.
Sobrepasados por su gracia que nos hace capaces de vencer grandes obstáculos y
temores.
Sobrepasados por su paz, que nos da la tranquilidad y paciencia para seguir
caminando más allá de las adversidades.
Sobrepasados por su misericordia que nos da la fuerza para sabernos perdonados
y para perdonar
En fin, sobrepasados por el AMOR DE DIOS por lo cual no hay nada que frene esta
bendición de vivir para dejarnos amar por Él, para encontrarnos verdaderamente
con los demás y saber que se puede recibir el ciento por uno aquí en la tierra,
cuando dejamos que su fuerza pueda hacer todas las cosas nuevas y mejores
porque caminamos con su luz, con su gracia con sus dones y bendiciones.
Hechos 2, 1-11
Jn 20, 19-23
Les comparto dos canciones muy lindas, una es la Secuencia
del Espíritu Santo y la otra es una oración al Espíritu Santo con una letra muy
linda
Gracias Magali!!!!!!!
ResponderEliminarGraciasss Magali por tan lindo regalo , Dios te puso en mi camino!
ResponderEliminarFeliz fiesta de Pentecostés!! Bonita reflexión y elección de textos. Muchas gracias Magaly.
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