Creo que todos de una u otra manera
hemos experimentado tener corazones “turbados” como los describe Jesús este
domingo. Corazones con incertidumbres, angustias, temores, decepciones, dudas,
soledades o preocupaciones.
Y creo además que una de las raíces más
importantes es cuando no se tiene algo verdaderamente seguro para apoyarnos. Y el
corazón humano no sólo requiere de algo, sino de ALGUIEN estable y permanente
que nos ofrezca un amor y seguridad eterna.
Creo que, por eso, el inicio de esta
lectura me conmueve mucho, porque sabiendo esta realidad te ofreces Jesús, para
creer en ti y para darnos una gran promesa, Una tan personal y cercana: que puede
aliviar las angustias y ansiedades: irás
a una de las moradas del Padre para prepararla y estar con nosotros.
Entonces me resonaban varias
preguntas:
¿Cómo
así que prepararla?
¿Es
que cada una es pensada en cada uno?
¿Es
que harás una especial para mí: con mis códigos, mi forma de ser, ¿con los
colores y las fotos de nuestra historia de amor?
¿Es
que prepararás una morada donde todo cobre sentido y significado para nosotros
dos?
Parece que sí… y por
eso tu promesa termina con un alivio en mi corazón:
“…para que
donde esté yo, estéis también vosotros” Jn. 14,3
protegiéndome
y ofreciéndome descanso en este camino.
Promesa de
una morada en el cielo y cumplimiento de una aquí en la tierra.
Una aquí que
tiene forma de tienda, porque caminas conmigo, cargándome a veces y corriendo
conmigo en otras.
Morada que
toma forma de Palabras eternas, de Eucaristía,
morada que
se expresa en el amor de los míos o en la entrega a todos los que me
encomiendas.
Morada que
toma a veces forma de cruz, otras de alas, de barca sobre el agua y otras de danza.
Morada de descanso
con mi comunidad.
Morada que
tiene los colores de la paleta de nuestra historia y corazón.
Morada que
se agranda cuando me pierdo para poder encontrarte pronto, o para acoger a los
otros.
Morada a
veces transparente, para enseñarte y verte mejor.
Hogar en
el que habita y me espera la Madre, con arrullos de gozo y consuelo, escuchando
mis historias y preguntas.
Morada con
reflejo del cielo, tan hermosa aquí, que me anima a soñar con la prometida.
Por todo ésto,
te espero mi Señor,
para que
me lleves a la de allá y para habitar contigo en la de acá.
Y
entonces, así, en tu morada
mi corazón
junto al tuyo puede serenarse, descansar y bajar de volumen.
Y entonces
así, puede escuchar tu dulce y gozosa melodía,
ésta capaz
de cambiar la turbación por la paz
paz cada
vez más eterna, más tuya y más adentro.
Hola Gaby, linda reflexión, a Dios no se le puede ver, ni siquiera concebir, sólo se le puede morar en ÉL que es la Plenitud del Amor, el Gozo y la Paz absoluta y Eterna; nada más existe porque es creación temporal. Jesús se convirtió en la manera en que Él se dió a conocer al ser humano para que supiera que Él Es y Existe.
ResponderEliminarEsa morada que todos anhelamos, esa morada que se construye aquí, en el hoy, en el día a día, para gozar en la de allá, morada que pidiendo su ayuda nos fortalece para alcanzar la dulce, feliz y eterna morada junto a Él.
ResponderEliminarGracias Magali!!!!
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