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Las dos caras de la moneda

 


Es una figura muy usada, pero muy gráfica. Usada para tantos tipos de temas, de preguntas y situaciones.

Una sola realidad, con dos verdades que se complementan. Figura, que me ayudó a categorizar la fórmula auténtica para amar, entregarnos y servir. Figura para recordar que la misión en nuestra vida necesita ir de la mano con las fuerzas necesarias.

Y luego de rezar este Evangelio de la Aseción de Jesús, fue esa doble realidad la que le he agradecido. Porque luego de 40 días resucitado, en el que se despide no solamente consolándolos y animándolos, sino que lo hace con un llamado (un lado de la moneda), unido a una promesa (la otra cara).

Un llamado a bautizar a las gente, a anunciarle por todo el mundo.

Una promesa: que estará con nosotros todos los días, hasta el fin.

Démosle gracia a Dios este domingo, porque se va al cielo a abrirnos nuestra morada, una para cada uno de nosotros, pero también porque se queda con nosotros, dándonos la fuerza y amor necesarios para anunciarlo a tiempo y destiempo.

Y creo que sólo quedaría una tarea personal muy importante y necesaria para este llamado y esta promesa:

 Preguntarle y pedirle que nos muestre de manera más clara cuál es mi misión, tu misión y la de cada uno. Pues cada una de ellas es distinta, es única e inmensamente importante.

¿Te animas a preguntarle y confirmarla?



40 días resucitado y presente físicamente,

comiendo pescado y pan asado,

dejando que Tomás ponga su mano en tu costado.

40, partiendo el pan con discípulos, sean de Emaús o de más allá.

40, preparando la cena a Pedro allí en la orilla,

luego de tu pesca milagrosa

luego de doblar los mantos 

con los que fuiste envuelto ese viernes santo.

 

Presente y vivo, con un cuerpo glorioso,

con el que consolaste el dolor de tu Madre

de las mujeres y los niños,

y con el que aliviaste la pena y culpa de tus amigos.

 

Presencia, con la que cumpliste tu promesa

y con la que les garantizaste

haber vencido toda muerte

haber sido más fuerte que el pecado.

 

Y hoy aquí, con tus amigos convocados,

en el monte, en Galilea, 

lugar tan importante,

en el que tantos contemplaron

el milagro de la pesca y el amor de tu llamado.

 

Lugar en el que nos haces a todos 

este eterno llamado,

de ir por todo el mundo:

por todos mis espacios, mis amigos

por todos los conocidos y extraños

para contarles de ti, y que eres mi gran Amigo.

 

Eterno llamado en el que Tú cuentas

con mi misión particularmente personal

con mi forma de ser y mis dones                                      

para compartir con mi propio estilo

tu amor eterno, tu amor divino.

 

Eterno llamado en mi Galilea

la de los años de antes y los de ahora,

en la Galilea de ese encuentro imborrablemente hondo

en el que este eterno llamado,

va siempre de la mano

con tu eterna y fiel promesa…

 

Eterna promesa la tuya,

de estar siempre a mi lado

de no separarte y estar junto a mi

de permanecer todos los días

y de tantas maneras

hasta el fin del mundo, del tiempo y de todo misterio.

 

Promesa eterna ésta, la de tu amor firme

que me lleva espontáneamente

a dar y contar de ti.


Promesa que me lleva

a asegurar el ciento por uno, 

y a decir convencida,

que este cielo para el que he nacido,

empieza aquí en la tierra

y no tiene fin concreto.

 

Promesa que me lleve 

que tu gracia y tu amor inmenso

me permitan madurar más y más,

para verte sin necesidad de la vista

para escucharte sin necesidad de un oído

para sentirte con mi espíritu

para encontrarte cada día

con los sentidos de la fe.

Y pueda encontrarte aquí dentro, allá fuera

aquí entre los míos y allá con los que te buscan.

 

Gracias mi Señor Resucitado

por venir, por llamarme,

gracias por buscarme y llevarme.


Gracias por viajar sin movernos

y por movernos sin vuelos fríos.

Gracias por estar aquí dentro

y donde la realidad hable y grite

que estás presente y que estás vivo.

Amén



Mt 28,16-20

Comentarios

  1. Gracias por recordarnos, gracias por esa entrega a Dios.

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  2. Gracias Magali!!! Profunda reflexión!!!

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  3. Señor gracias por estar siempre a mi lado.

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