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El misterio de un encuentro...

 



Hay experiencias en la historia de nuestras vidas que nos levantan y remecen el espíritu. Esas que nos dan razones para vivir y esforzarnos más y más. Esas que se quedan grabadas y evocan un misterio hondo por dentro. Esas que nos llenan de gozo y gratitud el corazón. Para mí, una de las más importantes es la del encuentro.

Cuando tengo la bendición de poder ver y percibir otro corazón, cuando a través de un diálogo, de alguna actitud, de la oración, de alguna respuesta me puedo topar con la grandeza y dignidad del otro, es como que contemplo ese sello y dignidad que le hace único. Es como una experiencia sagrada, porque tengo el privilegio de descubrir el mismo Dios sembrado en su corazón, porque allí está, allí habita. Un encuentro que evoca el espíritu de Dios que también habita en mí.

Encuentro con personas que amo muchísimo, personas que conozco por primera vez, aquellas con las que me reencuentro, aquellas que pasan necesidad y sufren. Y en todas, si abro los ojos del espíritu, puedo encontrarme con el mismo amor encarnado en cada uno de ellos.

Encuentro que me despierta risa y gozo, que me evoca dolor y lágrimas con a ellos, que me evocan preguntas junto a ellos, encuentros que me remiten a dulces momentos del pasado, encuentros que me animan a seguir caminando y esforzarme.

Encuentros en los que son dos espíritus el suyo y el mío que atraviesan por distintas estaciones del año, pero que tienen algo en común: buscar el amor auténtico que no se acaba, ese que se renueva y que llega hasta el cielo. Encuentros que se transforman en comunión…

Encuentros en los que podemos hablar idiomas diferentes, pero con el idioma universal del amor y esperanza que busca toda la humanidad. Encuentros que se transforman en comunión…

Encuentros luego de los cuales no somos los mismos, porque se quedó con una parte de mi y yo con una parte del otro. Encuentro que se transforma en comunión…

Encuentro no solo con el otro, también conmigo. En el que descubro mi historia, mis dones, los colores y sonidos que Dios me regaló. Encuentro con una vida que amo y construyo con la gracia y amor de Dios.

Y todo esto lleva a preguntarme

¿Cuál es este misterio por el cual luego de un encuentro quedamos con el corazón como arrugadito, como cálido, como conmovido y hasta derretido?

Y hoy rezando sobre la Solemnidad de la Trinidad, comprendí un poco que aquí está el verdadero origen. Porque si bien éste es un misterio que no comprenderemos del todo, es un misterio divino que experimentamos y vivimos.

Misterio de la Trinidad, misterio del encuentro, de la comunión de estas tres personas: Padre-Hijo-Espíritu Santo. Misterio sembrado y sellado en mi espíritu. Misterio que despierta nuestras mayores grandezas y riquezas por amor.



No soy ninguna teóloga, pero simplemente les digo convencida, que cada vez que vivimos la comunión y encuentro, estamos evocando la huella de la Trinidad que habita dentro.

Y entonces, ese amor en el matrimonio, ese de padres a hijos, ese entre hermanos, el que vivimos en la amistad, ese amor en el servicio y entrega a los demás, ese amor a la humanidad, ese amor a los enemigos, ese perdón al que nos ha herido, ese silente y escondido, ese de los grandes sacrificios por otros, ese amor a uno mismo, es pequeño y grande a la vez que le tenemos a Dios,  es evocar y expresar la fuerza del amor de Dios dentro de cada uno de nosotros.

Huella de la Trinidad que se evoca de forma única e irrepetible, porque se expresa desde nuestra forma particular de ser, con tantas formas y con maravillosas iniciativas.

Leo esto, y que corto puede quedar... Qué pobre y simple. Pero me atrevo a compartirlo, para animarlos a que esta sea una semana para dar gracias por este amor sembrado en nuestros corazones. Semana para tomar más conciencia de la única fuerza que mueve el mundo: el AMOR.

Demos gracias a Dios por este amor expresado con nuestras fuerzas humanas, pero que tiene su origen y verdadera potencia en el amor divino, para aprender a entregarnos como se entregan el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo.

Amor divino en corazones humanos, que para caminar necesita lo que dice San Pablo en la 2da lectura y escuchamos en el inicio de cada Misa:

"La gracia del Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros". 2 Cor 13,13

 

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Señor, que podamos encontrarnos con cada persona y poder ser un signo y reflejo del amor, que podamos remitirles al amor vivo … Les comparto esta canción muy linda que nos anima a que una persona pueda vivir ésto por medio de la entrega de nuestras vidas…



 

 

 

 

 

 


Comentarios

  1. Cada semana qué pasa mi Angelito mi Niña envías más Hermosas que Nos Mueven EL ALMA.
    Gracias mil Gracias.
    Tía Sonia

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