Es una
planta que me encantó desde que me la regalaron. Se llama Gazania, más conocida
como “dormilona”. Tiene la particularidad de abrir sus flores de día y cerrarse
de noche. Ella se abren ante la luz intensa, tan así que cuando es un
día no tan soleado, se abre muy poco. Y es impresionante cómo puedo verla toda cerrada
y de pronto en pocas horas toda abierta y con un color tan nítido como la ven en esta
foto. Y viéndolo así, creo que es todo lo contrario a una planta floja o "dormilona" ¿No creen?
Pero hay
algunas exigencias que me pide. Una de ellas es que consume mucha agua, es
sedienta, por lo cual no puedo dejar de regarla ni un solo día. Y por otro lado, pide estar ubicada en un lugar expuesto al sol. Pero si
le cumplo, crece de una manera impresionante, e incluso aparecen nuevos tallos de flores con muchísima facilidad.
Una planta que me ayuda a recordar cómo hemos de ser ante la presencia y la Palabra de Dios. Por eso, este domingo en que Jesús nos habla de la conocida parábola del sembrador, me remitió pensar en la analogía de esta bellísima planta.
Y en realidad hoy me he
quedado más fijada en la primera lectura que introduce el Evangelio, explicándonos más cómo actúa la Palabra
de Dios en nuestras vidas:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi voluntad y llevará a cabo mi encargo».
Is.
55, 10-11
Entonces, me quedé diciéndole al Señor, que quisiera ser como esta dormilona, porque quisiera ser sedienta como ella.
Que, al recibir la
Palabra de Dios, venga como lluvia o nieve (sea delicadamente gota a gota, sea como
una lluvia fuerte, o como agua condensada), pueda recibirla y acogerla
inmediatamente, sin desperdiciarla.
Acogerla, para que llegue a la raíz de mi vida, para que entre por las venas de mi alma,
para que se absorba por todas las hojas de mi historia, de mis sentidos y de mis
preguntas.
Acogerla, para que se absorba por las paletas de colores de mis sueños, talentos y deseos.
Palabra de vida absorbida
por las flores de mis misiones que ya crecieron, como por aquellos brotes que están por nacer y
que también necesitan de su luz y vida.
Quiero acoger su
Palabra para no solo contentarme con las flores que crecieron, sino
poder dejar espacio para que vengan otras más, con la conciencia que nunca
dejaré de crecer, de madurar, de convertirme y de poder amar más y más.
Quiero ser
como esta planta que necesita del Sol, que sabe que sin su luz y su calor no
puede abrirse y crecer. Quiero que mi corazón a semejanza de esta planta busque
la luz para crecer, y rechace la oscuridad para no morir y apagarse.
Ser como
una buena y dócil planta que se deja podar y arrancar lo seco, lo muerto que
ahoga la mirada y la alegría de vivir. Que se deja podar para que puedan
crecer nuevas flores y las nuevas hojas de los planes hermosos que Dios tiene para mi.
Ser como
una buena y dócil planta que deja que el verdadero Sembrador de nuestras vidas
me ponga en el lugar correcto, en la tierra, en la maceta o en el
camino propicio para ser lo que Él ha pensado para cada uno de nosotros.
Quiero y sé que puedo ser una buena planta, porque a diferencia de mi dormilona, yo sí tengo el mejor Sembrador y jardinero. Alguien que nunca se ha olvidado ni se olvidará de darme de beber, de darme la más fuerte luz del Sol de Justicia. Aquel que cumple todas las promesas que anhela mi pobre y pequeño corazón. Y me ofrece mucho más de lo que yo necesite...
Que la
Palabra de Dios sea luz para nuestros pasos, que comprendamos cada vez más que Dios
es la única agua que calma esa sed profunda del alma. Y que junto a Él entenderemos
con nitidez y gozo lo que nos quiere decir y lo que nos toca vivir.
Señor, que
el día de mañana, cuando me encuentre contigo, puedas decirme con alegría:
“Ven
conmigo, y disfruta del Agua de la Vida que tanto pediste, del Sol de Justicia
que tanto buscaste.
Ven
conmigo, luego de haberte dejado podar y cortar para haber tomado la mejor forma y recibido los mejores frutos, las mejores hojas, las mejores flores.
Ven
conmigo para disfrutar y gozar plenamente lo que ya empezaste a gozar en la
tierra cuando fuiste dócil a mi Palabra, a mi llamada y a lo que te pedí vivir
en cada momento de tu vida.
Ven
conmigo para siempre”.
Les dejo esta linda canción para lean la letra y las imágenes que le acompañan...
Hermosa lla not de la flor .Nosoltros tambien necesitamos de los rayos solares para crecer en salud y espiritualmente necesitamos la luz que nos irradia las palabras y el mensaje de Dios para crecet espiritualmente.
ResponderEliminarMe encantó , creo q los seres humanos , hoy en día necesitamos mucho de la Palabra de Dios para tener luz en nuestro camino , y ser como esta flor dormilona que recibe luz de día , entregandonos lo más lindo de ella su color y su interior, Dios hizo la naturaleza para entender y aprender de ella en este mundo.!!! Graciass Magaly!!!
ResponderEliminarLinda reflexión Magali,ser como esa planta, llenarnos de Dios.
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