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¿Cuánto vale 1 talento?

 




Valía lo equivalente a 6,000 días de trabajo o 34 kg de plata. Era muchísimo dinero.




Historia la de este domingo, en la que el buen señor confiando en sus siervos, les deja mucho dinero. Una historia análoga a lo que vivimos, pero que no tiene punto de comparación con lo recibido de nuestro Señor. No es dinero, aunque un poco también. Son tantos regalos recibidos, que además no se pueden comprar porque valen más que los días de la eternidad…

Rezando un poco, empecé a escribir ingenuamente una lista de tantos regalos recibidos por Él. Regalos que tú también has recibido y que no se limita a lo que muchas veces hemos aprendido en esta parábola sobre nuestras cualidades y dones. Ellos son también invalorables, pero hay muchísimo más.

Tantos como la propia vida, la salud, la capacidad de amar, el ser conscientes, la libertad, la bondad, la verdad, la belleza, la presencia de Dios en nuestras vidas, el amor recibido de los demás, nuestra familia, nuestros amigos, la necesaria fuerza y gracia de Dios, el poder comunicarnos con Él en la oración, nuestros amigos en el cielo, la bondad y tesoro de la naturaleza, los pastores que nos guían, las seguridades de techo o alimentación, las enseñanzas de la vida a través de los demás, etc. y etc.…. Y encima un Dios que murió y resucitó para llevarnos al cielo.

Y otros regalos más particulares dados a cada uno, como nuestro llamado personal a amar y servir de una forma concreta y desde quienes somos, aquellas personas que tanto amamos de manera especial, los estudios realizados, el trabajo que realizamos, las experiencias de gozo y felicidad en nuestra historia de vida, las experiencias de dolor o pruebas que podemos ofrecer por amor a los demás, los momentos que han marcado nuestra historia de vida. Y bueno, también esas cualidades recibidas que podemos ofrecerlas a los demás y a nuestro mundo. Cualidades que no dudes en aceptar que son más de 2.

Tantos y tantos regalos que me evoca darle gracias a Dios por tanto amor, porque son muestra indiscutible que nos quiere felices y nos ofrece los medios necesarios.

¿Será que este siervo que al recibir 1 talento y que podríamos ser en varias ocasiones uno de nosotros, no hizo crecer lo recibido por no valorar y tomar conciencia de lo recibido?

¿Es que al tomar conciencia de tanto recibido, puede caber la desconfianza con Dios, como si nos pidiera algo injusto? No dudemos que lo que nos pida, es solamente para ser felices y hacer felices a los demás.

¿Es que podríamos caer en una infantil pereza, pensando que el esfuerzo nos hace menos felices cuando en realidad el amor, la entrega y el esfuerzo es lo que nos hace más felices?

¿Es que podríamos caer en un infantil victimismo, pensando que los demás no nos dejan multiplicar los talentos recibidos?

Señor, Tú conoces nuestros corazones

Tú sabes qué es lo mejor para cada uno de nosotros y nos regalas todo lo necesario y las fuerzas necesarias para alcanzarlo.

Tú no sólo nos das los talentos, nos das también ese fertilizante llamado gracia, amor, fuerza, presencia y ayuda para hacer que los talentos recibidos maduren, crezcan, y den frutos.

Tú no nos pides nada extraordinario, no nos cobras por lo recibido.

Tu pedido es otro: el dejarnos amar, dejarnos ayudar y llevar.

Tú nos pides abandonarnos en tu amor para que sea tu gracia la que fortalezca nuestro corazón y espíritu. Abandonarnos en tus tiempos, formas y enseñanzas para que en realidad seas Tú quien multiplique tantos talentos recibidos que no se pagan o compran ni siquiera con nuestro esfuerzo. Se pagan con gratitud, confianza y docilidad para que actúes y hagas maravillas en nuestro camino.

Lo que te ofrecemos es un terreno preparado, para que la semilla sembrada de cada talento esté lista para ser regada, fertilizada, cuidada y protegida por ti.



Sí nos esforzaremos a la medida y honestidad de nuestras posibilidades, pero también descansaremos de “perfeccionismos” y “controlismos”, porque Tú tienes el timón y la fuerza de llevarnos a puerto seguro y a puerto feliz.

Aquí está este “hágase” que unido a tu obra y amor haga cosas maravillosas.

Mt. 25, 14-29




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