Pensar en un rey de los de épocas antiguas nos puede remitir a respeto y admiración por su ejemplaridad o la conciencia a serlo. Hoy, hasta puede sonar a
cuentos infantiles o tener una connotación absurda.
Sin embargo, sé de Alguien que nunca deja de ser un buen y verdadero Rey, porque nunca dejará de ser la mejor referencia de Amor y entrega incondicional.
Este Rey que siendo Dios y siendo todopoderoso, se hizo tan débil y pequeño para quedarse muy cerca a tu corazón y al mío.
Jesús se
nos presenta en este último domingo del año litúrgico de la Iglesia como Un Rey que
nos ofrece la mejor invitación:
"Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”
Mt 25,34
Rey justo, que nos regala un camino y la única medida que nos hará felices. La mejor bendición cuando elegimos la mejor vida: el amor.
Amor hecho servicio y entrega en obras de
misericordia.
Pero hoy te invito a ir un poquito más allá de un camino concreto, para reconocer qué mas pueden enseñarnos a vivir estas misericordiosas. No quedarnos en las materiales, sino las que son necesarias para salir del individualismo, el egoísmo y el narcisismo que pueden dañar tanto nuestro propio camino...
·
Porque
tuve hambre y me disteis de comer: ese hambre de amor, de
plenitud, hambre de comunión, de sentido de la vida. Hambre de sabiduría y consejos,
hambre de horizontes auténticos. Hambre de seguridad y de esperanza. Hambre de Dios. Aquel hambre que estamos
llamados a ayudarles a saciar cuando somos embajadores del pan de amor en este mundo. Cuando
alimentados y saciados de Él, podemos ofrecerlo a cada uno de nuestros
hermanos.
·
Porque
tuve sed y me disteis de beber: esa sed por tener ojos secos
de tanto llanto y dolor en este mundo, sed de pasión y motivación en los retos
que la vida nos ofrece. Sed por esas gargantas roncas de tantos gritos de
ayuda y justicia a Dios y a los demás. Sed de compasión y perdón. Sed de alivio, de gozo y de paz.
Sed de sentido, de encuentro, Sed tan fuerte durante el camino del desierto.
Esa sed de Agua viva e inagotable que podemos ofrecer a los demás cuando tenemos
cántaros íntegros y llenos de agua fresca que ha sido reservada y cuidada para
calmar a los demás. Ser embajadores del agua de la vida al habernos llenado de
ella.
·
Era
forastero y me acogiste: al que sin hogar, es acogido con paciencia, acogido con
escucha, ofreciendo compañía, ofreciendo familiaridad y cercanía. Ofreciendo
descanso al dar frescor del calor de tensiones u ofensas. O dar protección
de la lluvia de corazones fríos y crueles. Acogida cuando sabemos mirar con respeto y dignidad al otro. Ofrecer acogida cuando trascendemos al
otro de suciedades y defectos. Acogerlos a pesar de aquello desagradable que no
le hace menos persona ni le lleva nunca a perder su dignidad.
·
Estaba
desnudo y me vestiste: como aquellos que se creen tan poca cosa, o se creen no
ser ni tener nada. A Los que se ven sin abrigo, necesitados de ese vestido que simboliza
la dignidad y grandeza. Poder ofrecer al otro de lo que tengo y no de lo que me
sobra, así cómo lo enseña la viuda pobre. Ese tener mirada limpia y buena para darnos cuenta y dar lo que el otro necesita.
·
Porque
estuve enfermo y me visitasteis: en la fragilidad de esa una enfermedad
física, como aquellas heridas de honda tristeza, de ansiedad constante, de
miedos o pánicos incontrolables, de esas heridas interiores y más dolorosas que
cualquier dolor físico y constante. Visitar y estar con aquel vive en esa soledad que mata y hunde. Poder
aliviar esas heridas espirituales y vicios que con el paso del tiempo son
curadas solamente con la gracia y el amor de Dios. Ser embajadores de los ungüentos
de Dios cuando nuestras oraciones y sacrificios elevados a Él hacen una
pequeña diferencia.
·
En
la cárcel, y vinisteis a verme: cuando el
daño que hizo un hermano tiene consecuencias, pero en las que yo no ni nadie
somos jueces ni damos sentencias. Solamente puedo ofrecer perdón, o puedo pedir
perdón por el daño de mis hermanos. Momentos en los que mi visita puede hacerse
cálida, paciente y presente para ofrecer esa esperanza y caridad que
broten de un corazón que también ha sido perdonado por el verdadero Rey y Juez.
Perdón de Dios encarnado, crucificado y
resucitado.
Mi Rey y Señor, hoy quiero
amarte y darte todo físicamente y espiritualmente al hacerlo con mis hermanos.
Mi Rey y Señor, aquí estoy. Una
débil, pobre y vulnerable embajadora que busca vivir de tu perdón infinito, tu
paciencia eterna y tu esencia divina llamada AMOR.
Amor sembrado en cada uno de
nosotros, amor sembrado en todos mis hermanos.
Mt 25, 31-46
AMEN.
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Quién mejor que una amiga de
Jesús como Santa Teresa de Calcuta para decirnos algunas de sus frases emblemáticas
que nos muestran cómo Jesús fue el Rey y Camino de su vida:
Muchas gracias querida hermana hermosa reflexión
ResponderEliminarBendiciones