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Más fuerte que el cero…

 




Una amiga tiene un hijo muy especial. Un día cuando era niño le dijo a su mamá:

¿Cuánto es 10 x 0? -Y ella le respondió cero.

Sorprendido continuó:

¿Pero 100 x 0? - Es también cero.

¿10,000 x 0? - También cero.

¡Pero mamá! ¿20 millones x 0? - También cero.

¿35,950 millones x 0? - Le sonrió y dijo, entiéndelo… es cero.

Pasaron 2 minutos en silencio, miró a los ojos a su adorada mamá y le dijo:

¿Mamá, Dios x 0? - Llena de amor y asombro le respondió: DIOS.

 

Es una historia que siempre me ha llenado de ternura y asombro. Y me vino al recuerdo con el relato del Evangelio de hoy domingo. Un pasaje con muchos detalles, pero me quedo algo muy concreto que me resonó el alma: todo ser humano necesita comprender y agradecer que el último poder, la última fuerza, la última palabra la tiene Dios.

Describe este pasaje a Jesús, enseñando en la sinagoga con tal fuerza que reflejaba más poder que los escribas (aquellos que copiaban e interpretaban la ley). Un poder que no vino por algún título que le dieron en la sinagoga o en su pueblo. Una autoridad que brotaba del propio ser, que brotaba de su bondad, su presencia y sus palabras llenas de Dios, de vida y Espíritu. 

Una autoridad que evocó algo fuerte en los demás y hasta en los mismos demonios que estaban en medio de ellos:

“… se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.» El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»” Mc 1, 21-28



Y cómo no remitirlo a mi vida y la de todos nosotros. No estamos siempre en un templo o en algún lugar físico dedicado a Dios, pero Jesús siempre irrumpe en el templo de nuestra vida y de nuestra historia. Irrumpe cobrando tantas formas para hablarnos, enseñarnos y guiarnos. Irrumpe para hacernos felices.

Y ante su presencia, habrá días que nos animamos a creerle. Pero hay dentro de ti y de mis otras voces que no vienen de Dios y que nos pueden llevar a decir de una u otra manera: ¿Qué quieres? ¿Has venido a acabar con mis gustitos y planes? ¿Has venido a traerme incomodidad a la vida? ¿Has venido a forzarme a hacer lo que yo no quiero? Voces que muchas veces no quisiéramos escuchar pero que al encontrarse con las palabras claras, buenas, nítidas y tan llenas de vida, pueden generan crisis en el alma; pero al final sabemos que nos lleva al bienestar de escuchar la voz de Dios, enseñándonos a amar de verdad, vivir de verdad, acoger la salvación y ese gozo auténtico y para siempre.

Solo los animo esta semana a buscar vivir algo muy concreto, sencillo y exigente a la vez:

Que Jesús sea la autoridad de nuestras ideas, decisiones y caminos. Que hagamos el sincero esfuerzo de escucharle siempre, aunque más de una vez no le entendamos a primera impresión. Creamos en Él, en esa autoridad grande, amorosa, incondicional, humilde y eterna que nos ha traído. Empecemos tal vez con pequeños detalles, y no olvidemos que Él ya nos lo ha mostrado infinitas veces e inmensas formas cuánto nos ama.

Que cale en nuestra vida esta verdad: que no hay fuerza de cero, de billones o infinitos que puedan ganarle o traer mejores respuestas a las que Dios nos regala.

Que siempre sea unir mi número, mi voz y mi nombre a la fuerza infinita de Dios. Que gane Dios, que gane la autoridad de Cristo en mi vida.

Que Magali x Dios, me lleve siempre a Dios amando a Magali…                  

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Espero que les ayude esta oración que escribi:


Para ser mi Señor y mi Rey

no necesitas hacer bulla, movimientos o tormentas

ni hacer milagros divinos que muestren tu poder.

 

Para creerte y seguirte

no necesitas demostrarme quién eres

con gritos fuertes o razones complicadamente sabias.

 

Para que seas mi dueño y para ver tu autoridad

basta verte así, al abrir solo un poco mis débiles ojos

y encontrarte pequeño, en blanco Pan y tan callado

con esa mirada que no viene de ojos y rostros

sino que atraviesa mi ser con tu sola presencia llena de paz.

Basta encontrarte en esa brisa fría de tu espíritu, que dulcifica y serena todo.

 

Para ser el dueño de mi vida y aceptarte una vez más,

sólo me pides alzar la mirada

para pisar la tierra mirando el cielo.

Por eso solo quiero mirar tus pasos y tu modo

escuchando tus palabras y acogiendo tus voces.

 

Quiero hacerme blanca, silente y tuya

para contagiarme de tu gracia y llenarme de ese amor

que cura todo, que calma todo.

 

Que tu autoridad de amor me empape, me arrulle y derrita

Que tu autoridad silente y clara me guíe y eduque.

Para ser tu esposa, tu mensajera y servirte para siempre

Para así poder ayudar al hermano y guiar al perdido.

 

Mi Rey, sigue con ese amor compasivo,

mirando el dolor, la búsqueda y ceguera

para ofrecernos este reino inmenso que albergue a todos.

Sigue llamándome para que derretida, pueda decirte sí una vez más,

para que llena de preguntas y más preguntas,

sólo tenga la necesaria certeza

que es a tu lado, de tu mano y con tu gracia

como el 5 o el cero recibido, se una a tu grandeza

para que Dios habite e irrumpa en todo y en todos

y podamos así tocar el cielo prometido.

AMEN




Comentarios

  1. Muchísimas gracias querida hermana, muy linda tu reflexión
    Dios te siga Bendiciendo 🙏

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  2. Gracias,linda reflexión.

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