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Las escondidas al revés...

 


El reto de este juego por el que hemos si bien recuerdas, consistía en ser creativos para escondernos en el lugar menos común, en el que no podrían encontrarnos.

Y hoy luego de rezar, me vino a la mente este juego, porque me pregunte: ¿Si jugara este juego al revés, y fuera como una analogía de mi vida, cuál sería el lugar más común, al que primero irían a buscarme? 

En otras palabras preguntarme: ¿Qué es lo más común y lo más característico en mí? ¿Qué es aquello que forma hasta parte de mi ser?

Acciones, costumbres, gustos, hábitos que nos definen de alguna manera.  Aquello que es innegociable, aquello que no estamos dispuestos a renunciar. Aquello que si dejáramos de vivirlo, estaríamos como quitando lo que nos da vida y sentido…

El Evangelio de este domingo describe experiencias y costumbres imprescindibles en Jesús. Que eran parte de su ser humano y divino.



Cuenta que luego de estar en la Sinagoga, encontró a la suegra de Pedro muy enferma. Le tomó de la mano y le curó esa fiebre. Que al atardecer se acercan muchísimos, a quienes también consoló y sanó. Y que al final del día, no sabemos si fue a descansar físicamente, pero sí se sabe que pasó toda la noche orando con su Padre en un lugar tranquilo y escondido para descansar en Él. Curar, aliviar, predicar y orar. Algo que se identifica una y otra vez en Jesús a lo largo de todo el Evangelio.

Y por ello, al día siguiente sus amigos le buscan y saben dónde encontrarle: orando. Y al verlos, amor y fuerzas renovadas le lleva a ir a otros lugares para seguir anunciando la salvación.  

Amor hecho carne que se expresa en  esa vida que no para de servir y entregarse. Que no deja de darse y darse hasta el fin del día. El Hijo que descansa en el amor del Padre.



Y una vida que es imitada por los santos, como también lo hizo San Pablo, quien este domingo nos muestra esta expresión tan fuerte y clara:

"¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! "(1 Cor, 9,16)

Es decir, que su vida sería infeliz si dejara de anunciar a Cristo a tiempo y destiempo. Un hombre que vivió apasionadamente por anunciarle con todas sus fuerzas y con toda su vida.



Y entonces, atrevámonos a hacernos esta pregunta:

Si me buscaran, ¿Dónde encontrarían mi corazón? Si los que más me conocen quisieran describir lo que me apasiona y desvive. ¿Qué dirían de mí?

Ay de mi…. ¿Qué? ¿Quién? ¿Por qué?

¿Dónde esta mi tesoro y mi corazón?

Es más, si Dios me llamara a su presencia en este momento. ¿Qué le diría de mí? ¿Qué riquezas de mi vida le ofrecería? ¿Qué amores y tesoros expresarían lo verdaderamente importante para mí?

Creo que aunque sea difícil hacernos estas preguntas, pueden ser muy necesarias, porque de esas respuestas podría confirmarse o redifinirse el sentido y rumbo de nuestro caminar. Preguntas que ayudan a entender aquello esencial en nosotros, lo que no se quita ni se acaba. Y puede hacernos personas verdaderamente felices para siempre...

 

Jesús,

Quiero que me ayudes a desvivirme día y por hablar de ti.

Quiero siempre suspirar por ti.

Quiero tener la apertura de los santos para percibir tu llamado, tu presencia y tus palabras.

Quiero que me enseñes a poder alentar a los míos a buscarte, encontrarte y acogerte.

Quiero reír cada vez más con el gozo de tus consuelos, con las caricias de tus palabas y las gracias que me regalas.

Quiero ser capaz de dejarlo todo si me lo pidieras, para quedarme solamente con tu tesoro, que llena toda el alma.

Quiero ser una mujer fuerte y generosa, que viva a la altura de tu amor encarnado y en la cotidianeidad del día a día.

Quiero encontrarte muy pronto, cuando te escondas en el silencio de las pruebas.

Quiero encontrarte muy dócilmente, cuando tu Palabra sea fuerte y exigente.

Quiero dejarme encontrar siempre, aunque algo me cueste o algo me asuste.

Quiero dejarme cargar en tus brazos, sea en los agobios, los dolores o en el descanso sereno de tus cantos de consuelo.

Quiero percibir tus manos milagrosas, cuando me cures de la fiebre del sin sentido.

Aquí estoy, para aprender a ser como Tú, amar como Tú, rezar como Tú.

Aquí estoy para que juntos caminemos y soñemos con el cielo indescriptible que empieza hoy, que empieza cada día.

Ese cielo que no se esconde, ese que está hasta en el aire que respiro, la lluvia que refresca y el sol que recibo.

 

1 Cor. 9,16-19.22-23

Marcos 1,29-39





Comentarios

  1. Ay de mi si no lo hago!!!!

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  2. GraciasMagáli !!!! Preciosa reflexión.

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  3. Muchas gracias querida hermana por tu linda reflexión

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  4. Magaly excelente forma de reflexionar y hacernos comprender más a Dios.

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  5. Muy buenas tardes querida Magali.
    Muchas gracias por enviarnos tu bella reflexión, me gustó mucho.
    Y la canción también muy bonita.
    Dios te Bendiga y te Guarde siempre.

    Elvira Orellana B.

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