Típica pregunta: ¿Por qué esta injusticia? ¿Por qué me tuvo que pasar a mí? ¿Por qué busco ser bueno y no me va tan bien como los otros que no buscan serlo? Y una que particularmente nos puede costar responder, es cuando estamos en el mejor momento, y nos sucede algo difícil o viene una prueba grande. Un gran triunfo seguido de algo muy triste o duro de afrontar. Contrariedades de la vida que nos lleva a preguntarle a Dios con sinceridad: ¿Por qué? Hoy en el Evangelio del domingo, Jesús nos habla de ese permanecer como un sarmiento unido a la Vid, algo tan importante. Y particularmente me quedó resonando algo que dijo: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda …” Jn 15,1 O sea, el que no da fruto y es arrancado puede tener lógica. Pero ¿ Por qué el que da fruto, y además “fruto en mi” o sea en Jesús, es podado? ¿ Por qué cortar esa rama de sarmiento que está verde y con vida? ...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...