Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2024

Cuando la cuerda amenaza con romperse

¡Ya no puedo más! ¡Me voy! ¡Hasta aquí llegó! Experiencias muy humanas, que son como cuando la cuerda aunque sea fuerte,  está a punto de romperse. Expresiones que hemos dicho o escuchado decir ante alguna situación límite. Momentos en los que se experimenta que no se puede sostener más esa lucha. Situaciones en las que podemos sentir que la varilla es más alta de lo que somos capaces. Aquellas que no se trata sólo de un cansancio físico; más bien hay algo emocional e interior que hace sentirnos solos, incomprendidos, decepcionados de otros e incluso de nosotros mismos. Momentos en los que no nos reconocernos y no creemos poder llegar a fin de año, de mes o ni un día más... Creo que lo importante de estos momentos es que al  pasar el tiempo y miramos hacia atrás con tranquilidad y objetividad, podemos descubrir que han sido momentos en los que pudimos madurar y sacar lo mejor de nosotros mismos. Situaciones dolorosas, situaciones límites, crisis, situaciones de fracaso o frustración qu

Es con su amor y fuerza...

  Cuando éramos niños, pudimos recibir frases como: “mira cómo tu hermano sí lo hace, tú también puedes” o “ él ha sido bueno contigo, debes corresponder a ese gran favor”. Frases por el estilo que son lógicas y humanas porque implica el querer agradecer y hacer cosas buenas a los demás lo hicieron con nosotros. Pero creo que cuando esta experiencia brota de contemplar el amor y la entrega de Cristo, hay un abismo de distancia y no sabemos cómo corresponder. Es como si por un lado queremos responder a tanto amor, pero al ver lo que hizo por nosotros, sentimos que es demasiado poco lo que podemos ofrecerle. Cuántas veces al pasar por un sufrimiento, un buen amigo dijo “pero mira como Jesús ha sufrido más por ti”o cuántas veces queremos cambiar y al sentir que no podemos otra buena persona nos dice “mira cómo Jesús se ha esforzado para hacer y vivir lo correcto. Haz como Él”.   Es cierto lo que nos dicen, y Cristo siempre será nuestro modelo de vida y la persona que más nos ama en este m

Vida...

  La vida es un regalo que nos deja atravesar la existencia. Cada cumpleaños le damos gracias a Dios por habérnosla regalado, y siempre tenemos cosas maravillosas por las cuales valorarla más y más. Una vida que, a pesar de las pruebas y problemas, nos ofrece cada día una nueva oportunidad para ser felices. Y cada uno de nosotros, desde nuestra particular forma de ser, desde nuestra condición de vida y cultura, tenemos alguna forma de experimentar que siempre vale la pena vivir y gozar de este regalo... Hoy rezando las lecturas de este domingo, me cuestionó de manera particular cómo los seres humanos podemos llegar a tener algo tan valioso como la vida, y podemos dejar de valorarla y atesorarla. Como Elías, en el relato de la 1ra lectura: “Elías anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo: «¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor más que mis padres!”. 1 Re 19, 4 O en el Evangelio, cuando la gente que

Hambre...

  Todos hemos tenido esta sensación. Unos de forma más dura e injusta que otros. Pero para todos es una sensación fisiológica que puede hasta inquietarnos, distraernos, ponernos de mal humor, debilitarnos o llevarnos a sentir alguna emoción con más fuerza e intensidad. Despertar con hambre podría llevarnos a levantarnos a horas altas de la noche y en más de una obra literaria se nos han narrado situaciones que llevaron a realizar acciones que podrían ir en contra de la propia dignidad por un pedazo de pan. El hambre es algo muy concreto que puede expresar nuestra contingencia y debilidad. Y si no es satisfecha por algún tiempo hasta puede enfermarnos o llevarnos a una inanición que pueda acabar con la propia vida. Hoy rezando el Evangelio de este domingo me vino la pregunta sobre otros tipos de hambre que puedan existir en nuestras vidas. Hambres que no son fisiológicos, pero que también pueden debilitarnos y hacernos infelices si no los satisfacemos. Hambre de amor y comunión: de enc