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Mostrando entradas de noviembre, 2024

El Rey que necesito...

  Debe haber gente que quiere ser rey para dominar gente, tierras y proyectos. Un rey tiene poder: para hacer mucho bien o mucho daño, dependiendo de su bondad y sentido de misión. Y habrá por ello reinos con reyes déspotas o crueles, otros con reyes ausentes y silentes que no se comprometen. Y otros con reyes egoístas y ambiciosos que sólo buscan usar a su propio pueblo… Pero un cristiano ha nacido para pertenecer a un reino muy diferente. Uno que no es de aquí. Que no requiere ejército, porque no busca peleas sino conquistar corazones. Pertenecemos a un reino con fuerza y armas muy distintas. Que avanza y crece con la verdadera esperanza. Un reino en el que nos alimentamos con la gracia y dulzura de Dios. Un reino que congrega y reúne para avanzar. Uno en el que todo el cuerpo sufre cuando un miembro padece. Uno en el que no importa lo que podamos o no podamos hacer, pues sólo importa el ser auténtico. Uno en el que todos somos hermanos, amigos y equipo. En este reino, nuestro Re...

La fiesta no acaba...

  Tengo el recuerdo vivo de mi fiesta de 15 años.  Había soñado con ella y mis papás me la regalaron. Llegó el día y todo estaba listo: la ambientación,  mi  vestido, la comida, la música y otras cosas más organizadas con la ayuda de mis amigos. Fue una fiesta inolvidable y muy divertida. Vinieron todos los que más quería. Bailé el vals con mi papá como lo había soñado. ¡Y bailé con mis amigos toda la noche sin parar! Poco a poco llegaron las horas de madrugada y empezaron a irse.  Hasta que ya cerca al amanecer quedó el mismo jardín de mi casa vacío. Vacío de gente,  sin música, sin luz y bulla. Pero mi corazón no estaba vacío, estaba lleno de recuerdos, de gratitud y de gestos que atesoré en el corazón. Y así como como tengo este recuerdo grabado, podemos tener muchos en los que pasó el momento, pasó el encanto o lo bueno. Pero las experiencias vividas no se van y quedan grabadas en el libro de nuestra historia. Me vino este recuerdo cuando rezaba el Ev...

Como esa viuda...

    Eran esas mujeres del Antiguo Testamento y la época de Jesús que estaban totalmente desprotegidas. No tenían un padre, un esposo o un hijo adulto que las sostuviera. Vivían mendigando o haciendo lo que se pueda. Creo que todos en algún momento de nuestra vida nos hemos experimentado frágiles con ella. Vulnerables económicamente, por la salud, por la soledad, por los problemas, por las incertidumbres ante el futuro o tantas cosas por las cuales es como si no supiéramos a dónde mirar, a quién buscar y cómo salir adelante. Momentos en los cuales no basta con tener a los de nuestro lado, pues incluso ellos también están esperando algo de nosotros. Sentirnos como esas viudas, buscando otro tipo de ayuda: algo fuera de lo humano y cotidiano. Buscar una fuerza y un ser superior que pueda solucionar o resolver la pobreza y fragilidad que parece que no va a acabar. Y en ese sentido, la historia del Evangelio nos muestra a una viuda que nos da una gran lección. Un corazón que ...

Dentro de una aguja...

  Me gusta coser, y a veces se me hace difícil ensartar el hilo. Para hacerlo, es necesario que los filamentos de cada hebra estén unidos y compactos. Cuando están separados es imposible hacerlo o en el mejor de los casos sólo unos cuantos entran por la aguja quedando una hebra débil e incompleta. La única solución entonces es cortarla un poco. Me ha gustado usar esta simple comparación para entender mejor el Evangelio de este domingo, un pasaje corto, pero con contenidos importantes que me tocaron el corazón. Cuenta que un maestro de la ley buscó a Jesús porque quería saber cuál es el mandamiento más importante. ¡¡¡Eran aproximadamente 613 preceptos que los judíos debían cumplir!!! Y Él que siempre responde nuestras preguntas, lo hizo también con él. Le dio una respuesta que me hizo tomar conciencia una vez más que sólo con Cristo todos los filamentos de los hilos de nuestras vidas pueden unirse para poder entrar al cielo y ser felices para siempre. Una primera hebra que m...