Debe haber gente que quiere ser rey para dominar gente, tierras y proyectos.
Un rey tiene poder: para hacer mucho bien o mucho daño, dependiendo de su bondad y sentido de misión. Y habrá por ello reinos con reyes déspotas
o crueles, otros con reyes ausentes y silentes que no se comprometen. Y otros con reyes
egoístas y ambiciosos que sólo buscan usar a su propio pueblo…
Pero
un cristiano ha nacido para pertenecer a un reino muy diferente. Uno que no es
de aquí. Que no requiere ejército, porque no busca peleas sino conquistar
corazones.
Pertenecemos a un
reino con fuerza y armas muy distintas.
Que
avanza y crece con la verdadera esperanza.
Un
reino en el que nos alimentamos con la gracia y dulzura de Dios.
Un
reino que congrega y reúne para avanzar.
Uno
en el que todo el cuerpo sufre cuando un miembro padece.
Uno
en el que no importa lo que podamos o no podamos hacer, pues sólo importa el
ser auténtico.
Uno
en el que todos somos hermanos, amigos y equipo.
En
este reino, nuestro Rey da el ejemplo.
Es
quien da su vida por cada uno de nosotros.
Es
el que nos pone por ley una justicia llamada perdón y misericordia.
Nuestro Rey tiene un corazón abierto y atravesado, porque tiene un amor infinito difícil de contar y comprender.
Tiene un trono en
forma pasto suave y noble, en el que nos congrega a todos como hermanos.
Nuestro Rey tiene por
corona uno de espinas, sea en la cabeza por esa divina humildad, sea en el
corazón por perdonarnos una y otra vez.
Nuestro Rey vive en
una fiesta constante cada vez que un corazón se ha arrepentido.
Y vive en alerta constante,
para vivir al ritmo de cada corazón; porque llora y ríe con cada uno de
nosotros.
Nuestro Rey sirve a
los que sirven…
Y con todo su poder y
su infinito amor,
nos ofrece a manos llenas lo
que verdaderamente necesitamos.
Es a ese Rey al que
yo he decidido seguir para toda mi vida y al que yo le pertenezco.
En quien confío
ciegamente para dejarme llevar y enviar.
Mi Rey, que camina conmigo y lucha conmigo,
es el mismo que llora conmigo
y ríe conmigo.
Mi Rey, en
quien descansa mi corazón,
es el mismo que me ha
regalado un bendito castillo en el que me encuentro y vivo con Él día a día.
Mi Rey y mi todo, conquistó mi corazón, mi vida y mis sueños
y es quien nunca se irá
de mi historia,
la que hemos construído e iniciado para toda la eternidad.
SOLEMNIDAD DE CRISTO
REY
Jn. 18,33b-37
Gracias x la reflexión Magali, seguimos a Dios nuestro Rey
ResponderEliminarEn nuestro interior vive "El Rey" hay que dejarlo que reine con uno y seguirlo a donde Él nos lleve, seremos felices y reflejamos su amor. 💗🙏🏻
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