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Como esa viuda...

 


 

Eran esas mujeres del Antiguo Testamento y la época de Jesús que estaban totalmente desprotegidas. No tenían un padre, un esposo o un hijo adulto que las sostuviera. Vivían mendigando o haciendo lo que se pueda.

Creo que todos en algún momento de nuestra vida nos hemos experimentado frágiles con ella. Vulnerables económicamente, por la salud, por la soledad, por los problemas, por las incertidumbres ante el futuro o tantas cosas por las cuales es como si no supiéramos a dónde mirar, a quién buscar y cómo salir adelante. Momentos en los cuales no basta con tener a los de nuestro lado, pues incluso ellos también están esperando algo de nosotros. Sentirnos como esas viudas, buscando otro tipo de ayuda: algo fuera de lo humano y cotidiano. Buscar una fuerza y un ser superior que pueda solucionar o resolver la pobreza y fragilidad que parece que no va a acabar.

Y en ese sentido, la historia del Evangelio nos muestra a una viuda que nos da una gran lección. Un corazón que solo Jesús fue capaz valorar.

Una mujer que a pesar de no tener casi dinero, pone en la ofrenda a Dios lo poco que tiene. Un gesto que Jesús admira y nos pone de ejemplo, pues a diferencia de los que dieron mucho, dieron lo que les sobra. Ella en cambio tuvo un gesto de mucha generosidad, pero sobretodo de plena confianza y amor a Dios.



La viuda pobre no se guardó un “por si acaso para mañana”, no pone la muy comprensible excusa de no tener qué comer. Solo tiene la mirada puesta en Dios y en su providencia. Sabe y espera solo en el poder de Dios para el futuro y el presente de su vida.

¡Qué ganas de ser así como ella!: Tener libertad para soltar. Dejar de tener todo controlado y calculado para el futuro. No está mal hacerlo, pero creo que cuando nuestras decisiones son solo en función a ello, estamos perdiendo la riqueza de la viuda que goza y disfruta el momento presente en el Templo, en el encuentro, en la relación con ese Padre bueno que no nos deja. Y sin esa plena confianza, no gozaremos tantas ocasiones de entrega y de amor a los demás.

Viudas por falta de dinero, por falta de tiempo. Pero viudas que tienen dones para compatir. Viudas que no tienen bienes pero tienen paciencia para escuchar, para poner el hombro al que lo necesita. Viudas que aprenden a priorizar y dar algo que es más importante que saciar el hambre de pan.

Señor, que nuestras debilidades y carencias no nublen el horizonte. Que nuestras pobrezas no nos desalienten sino que fortalezcan nuestra confianza en ti. Que nuestras fragilidades aviven nuestra memoria para agradecer la abundancia que hemos recibido de ti. Que nuestras necesidades nos lleven una y otra vez a extender nuestras manos hacia ti con la plena certeza que siempre estas allí para sostenernos, enriquecernos, alimentarnos y darnos muchísimo más de lo que pudiésemos necesitar.

Ponemos nuestras pobres moneditas en el arca de tu corazón, para que Tú las multipliques y nos llenes de riquezas auténticas y colmes nuestra vida rumbo a la eternidad.

Marcos 12, 38-44.

 


Comentarios

  1. Gracias Magali, que el Señor nos ayude a tener la generosidad de la Viuda!!

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  2. Gracias Magaly linda reflexión que Dios nos dé ese desprendimiento y soltar todo para su Gracia!!!!

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