Existen momentos en nuestra vida que pueden entenderse como cambios profundos, significativos y radicales capaces de marcar un antes y un después. Y resulta que así es como se define la palabra revolución, que se refiere a acontecimientos o hitos que transforman diversos aspectos de la humanidad. Y durante estos días de Semana Santa, al rezar y agradecer por el inmenso amor de Cristo, el Espíritu me dibujaba su venida y entrega como la mayor revolución, no solo la de hace más de 2000 años, sino también la que podemos experimentar tú y yo cada día en el camino. Una revolución que nos lleva a la más importante certeza: la del amor de Aquel que hace nuevas todas las cosas. Revolución de la Resurrección de Aquel con quien nada es invencible, pues incluso la misma muerte ha sido vencida. Y con esta alegría Pascual, les comparto esta sencilla oración que escribí a Jesús y que espero les ayude a agradecer tanto amor, tanto poder y tanta esperanza entregada y resucitada a cada uno. ...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...