Conservo un recuerdo vivo de mi niñez, el de esos domingos por la mañana en los que nadie tenía que ir al colegio ni a trabajar, lo que nos permitía descansar un poco más. Recuerdo cómo disfrutaba ir a buscar a mis papás y acurrucarme entre ellos, sintiendo esa calidez y seguridad que solo la familia puede dar. Sentirme querida y protegida por ellos, y percibir también el amor que existía entre los dos. Hoy, al meditar el gran misterio de la Trinidad, me vino este recuerdo. Lo relaciono porque, más allá de ser un misterio difícil de comprender, es fundamental saber que hemos sido creados de tal manera que podemos participar y heredar esta huella de Dios. Se trata de acoger y contemplar la esencia de Dios. Una esencia que siempre se ha definido desde dos categorías: el ser (como cuando Dios le dijo a Moisés “Yo soy el que soy”) y el amor, pues Dios es amor. Te invito a contemplar, desde la categoría del amor, este misterio insondable e infinito: un Dios que se entrega y ...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...