Hace
unas semanas que encuentro en Misa a un señor mayor que me conmueve mucho. Lo
veo llegar a veces con una bolsa de compras vacía, un poco desarrapado y
solo. Parece ser una persona pobre también. Sin embargo, cada vez que le veo
rezar y comulgar, siento como que veo al hombre más rico del mundo. Un hombre
frágil que se dirige a recibir la Eucaristía como si recibiera el mejor remedio
y la riqueza más grande del mundo. Él se queda de rodillas y se recoge de tal
manera, que solo me dan ganas de elevar mi espíritu y darle gracias a Dios por
sentir que soy testigo de un momento divino y eterno que marca y alimenta por el
resto del día.
Hoy
que meditaba las lecturas de este domingo en las que el Señor nos anima a no
poner el corazón en las riquezas porque no podemos servir a dos señores, me
vino a la memoria este hombre tan frágil y pobre de otras formas, pero tan rico
desde dentro, con una riqueza interior y una fortaleza especial.
Y
entonces me puse a pensar, cuándo y cómo se nos introduce en nuestras vidas
este afán por poner la seguridad en el dinero y otras cosas, pensando que sólo así
seremos felices.
El
dinero es necesario para vivir y sobrevivir, para alimentarnos, educarnos, tener
un techo y refugio. Es un medio necesario en la vida y quien no lo tiene pasa
necesidad y sufre.
Luego, se gana un poco más y se quiere otras cosas más, pero no le alcanza para adquirirlas.
Entonces uno se siente impotente porque no lo puede conseguir.
Luego, se gana más dinero aún y seguro que habrá algo más por querer adquirir...
Es como que las cosas que queremos van aumentando y eso es comprensible y natural. Sólo que llega un momento en que nos vamos distrayendo de lo importante, poniendo más atención en ver la forma de conseguir eso otro.
Y me viene la figura como
si estuviéramos en una escalera caracol, por la que vamos subiendo y mareándonos
un poco. Se nos envuelve con más y más cosas por conseguir.
Y
entonces, podría pasar que hemos desviado nuestro horizonte, prendados en
más cosas y ocupando el tiempo en conseguirlas.
Poco
a poco, la lista de lo que llamamos necesario se hace más larga, con más adjetivos
o con oraciones más largas para explicarlas. Y así, poco a poco, el corazón de va
desviando de lo verdaderamente importante.
Sea
el dinero, o esas otras cosas útiles que no son indispensables, pueden
hacer, si lo permitimos, que el corazón vivo, lleno de vida y que late fuerte empiece a cansarse, a latir con menos fuerza porque ahora se reparte y bifurca en
más temas y cosas. Es como que la sangre ya no pasa solo por el centro, sino
que va por otros temas y lugares. Aparecen otras cosas que empiezan a ocupar un
lugar más importante en la mente, en la atención y en las motivaciones. Y es entonces
cuando terminamos pensando que ese dinero, esas cosas, esos puestos de trabajo,
esos aplausos, esos títulos nos pueden dar más seguridad, más felicidad y más
estabilidad.
Hoy
Jesús nos invita a descender de esa escalera y más bien llegar al primer piso
para evaluar nuestro corazón. Y nos invita a bajar a los sótanos de la vida.
Será allí en el fondo del alma donde podremos sentar bases sólidas y seguridades
verdaderas.
Allí
en el fondo comprenderemos que si nuestra seguridad, nuestro corazón y
motivación están en Él, aunque nos falte el dinero y las otras necesidades, con
Él podremos lograr grandes cosas y estaremos verdaderamente seguros, pues estamos
con el dueño de lo creado, del mismo dinero y de toda la gloria del mundo.
Si
sentamos las bases desde Él, estaremos viviendo protegidos, amados y fuertes
desde el fondo del alma y para siempre.
No
nos engañemos ni nos dejemos engañar, pongamos el corazón en lo verdaderamente
seguro y fuerte que nos hace verdaderamente felices. Pongamos en orden el
corazón y pongamos en primer lugar al que nos enriquece con Amor, con vida y con la paz
verdadera.
Lc.
16, 1-13
Les dejo una película simpática para divertirnos y reflexionar sobre este tema, se llama:
CONFESIONES DE
UNA COMPRADORA COMPULSIVA (No está en buena resolución, pero
vale la pena)


Gracias Magali x el lindo comentario del Evangelio, Entregarnos al Señor con FE, confianza y Amor!!!!
ResponderEliminarAsí es Magali, el dinero nunca va a comprar la felicidad, es sólo un medio. La verdadera riqueza está dentro de uno, en nuestro ❤️, sólo hay descubrirlo para sentir la única y verdadera felicidad.
ResponderEliminar