“No porque el cielo esté nublado las estrellas murieron, así sucede con las promesas: existen las verdaderas que sostienen nuestra esperanza” Isabel Mayor Qué linda manera de describir lo que ocurre en el alma al aferrarnos a las verdaderas promesas. Creo que cuando las vemos cumplidas por los nuestros, el gozo y gratitud se enciende porque es una muestra fuerte de su amor y fidelidad. Promesas que aprendimos a creer y confiar desde niños, y que a través de los años pudo llevarnos a decepciones, a ofrecer el perdón o a simplemente confirmar lo frágil que es nuestra humanidad. Pero son las mismas promesas que al verlas cumplidas, nos anima el espíritu y el amor crece. Confiar en las promesas es esperar del otro un compromiso que va más allá de la acción y de la intención. Y cumplir una promesa es el fruto del esfuerzo por ser fiel a quien queremos. Y creo que, así como tenemos esta experiencia con los demás, también necesitamos confiar en las promesas que Dios ...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...