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Cumplir las promesas

 


“No porque el cielo esté nublado

las estrellas murieron,

así sucede con las promesas:

existen las verdaderas

que sostienen nuestra esperanza”

Isabel Mayor

 

Qué linda manera de describir lo que ocurre en el alma al aferrarnos a las verdaderas promesas.

Creo que cuando las vemos cumplidas por los nuestros, el gozo y gratitud se enciende porque es una muestra fuerte de su amor y fidelidad. Promesas que aprendimos a creer y confiar desde niños, y que a través de los años pudo llevarnos a decepciones, a ofrecer el perdón o a simplemente confirmar lo frágil que es nuestra humanidad. Pero son las mismas promesas que al verlas cumplidas, nos anima el espíritu y el amor crece.

Confiar en las promesas es esperar del otro un compromiso que va más allá de la acción y de la intención. Y cumplir una promesa es el fruto del esfuerzo por ser fiel a quien queremos.   

Y creo que, así como tenemos esta experiencia con los demás, también necesitamos confiar en las promesas que Dios nos ofrece y que, a diferencia del ser humano, Él SIEMPRE las ha cumplido.

El Evangelio de este domingo nos habla de Jesús que leyó una profecía del Antiguo Testamento. Pero lo que me quedó resonando es lo que dijo al final de este pasaje:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Lc. 1, 21


Entonces me llevó a tomar conciencia que, así como todas las profecías y promesas del Antiguo Testamento Dios las ha cumplido, también nos promete varias cosas en nuestra vida, que si abrimos los ojos veremos que de una u otra manera las ha cumplido, las cumple hoy y lo seguirá haciendo.

Creo que esta experiencia de confiar y descubrir con gratitud y asombro las diversas formas como Él cumple sus promesas en nuestra vida, puede llevarnos a descubrir las cosas tan maravillosas que ha obrado en cada uno de nosotros y a confirmar que no se va de nuestro lado. 

Me he atrevido a ponerme en su lugar y a imaginar cómo sería si Él nos hablara directamente. Así, podemos escuchar juntos las diversas maneras en que Dios cumple sus promesas cada día, y en cada "hoy". Dios lo hace a través de múltiples formas, códigos y símbolos. Abramos los ojos...

Espero que al leerlo puedas recibir lo que Él te está diciendo. Su voz resuena con fuerza, no en la sinagoga de Nazaret, sino en el templo de tu espíritu:

 

Hoy se han cumplido mis promesas en ti porque:

hoy te respondo a esa pregunta

hoy te revelo los frutos de tu esfuerzo

hoy te enseño esas semillas germinadas, que fueron regadas con tus lágrimas

hoy te muestro el porqué de eso vivido

hoy te muestro los kilómetros que hemos compartido

hoy te ayudo a vivir el gozo por los frutos recibidos

hoy muestro tu espíritu más maduro, más sereno y más agradecido

hoy puedes llenarte de alegría, porque esa ovejita por fin ha regresado después de tus ruegos.

 

Hoy al cumplir mis promesas, tu dolor hondo se hizo colchón suave para los tuyos.

Hoy al cumplir mis promesas, tu perdón al otro es real y ya toma forma

Hoy al cumplir mis promesas, puedes ver las cosas más simples, más cerca y más tuyas

Hoy al cumplir mis promesas en ti, vas siendo quien soñábamos que seas.

 

Seguiré prometiéndote mejores cosas

porque mi amor fiel me lleva a cumplirlas con el precio de mi vida

y porque una de mis promesas es no irme de tu lado.

 

Solo te pido que confíes,

y que tu esperanza siga tejiéndose

con la gracia que te ofrezco, con el cobijo de mi Madre y con el ejemplo de los santos.

 

Hoy cumplo con lo que hoy necesitas

y mañana al hacerse otro hoy

te ofreceré lo que esperas, buscas y pides.

 

Hoy y siempre te digo que te amo…

San Lucas 1, 1-4; 4, 14- 21

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