Hay días en los que el corazón puede sentirse como en invierno, donde el sol demora en salir y el frío nos hace más sordos y ciegos. Días de invierno por causas simples o muy profundas, pero en los que el corazón está como arrugadito y da miedo tocarlo porque puede caer en pedacitos. Días de invierno como los vividos por estos amigos de Jesús que le siguieron, caminaron, rieron y lloraron con Él. Sentían que explotaba de entusiasmo por el Reino que llegó y el cielo prometido. Le vieron dormido, madrugando, orando, haciendo milagros indescriptibles y derritiéndose de ternura por los niños, los débiles o con las caricias de su Madre. Amigos cercanos, apóstoles que lo dejaron todo para seguir al Hijo de David, pero que en cuatro días vieron esa intempestiva tortura, el dolor inenarrable y la misma muerte de Dios. Amigos como Tomás, que tanto le amaba. El que animó a los apóstoles a seguir a Jesús cuando corrían peligro hacia Jerusalén (Jn 11,16). El que al preguntar otro día, recibe...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...