Tomar decisiones conscientemente puede suscitar muchas emociones e inseguridades. Ya sean sencillas o complejas, nos llevan a acciones que pueden definir nuestro futuro, nuestras relaciones, cambios importantes o respuestas decisivas; porque todo acto tiene consecuencias... La pregunta tal vez es cómo tomar una buena decisión madura y sanamente para alcanzar ese bien que buscamos. Esas decisiones inminentes, necesarias, las que nos permitan vivir con dignidad, decisiones de amor por el bien de los nuestros, decisiones de salud, trabajo, económicas, de vivienda, morales o de cambio de vida. Muchos tipos y todas importantes que van trazando nuestro camino. Decisiones pequeñas o grandes que van acompañadas de esfuerzos, renuncias, alegrías o dolores. Las que van forjando nuestro camino, nuestra historia y nuestra felicidad. Y creo que a veces tenemos claro lo que necesitamos hacer, pero no nos decidimos porque sabemos lo difícil de las consecuencias que conllevan o porque no ...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...