Estaba en Misa, cuando me
di cuenta que había una hoja de papel tirada en el suelo. Pensé ir a recogerla
al terminar la Eucaristía para botarla, pero al ponerme de pie, noté que
ya alguien la había recogido y dejado delante de mi banca. Pero ya no estaba por el
lado del texto, sino por el otro, observando que en éste había la foto de una
linda flor. Fui entonces a dejarla en otro lugar, y ya no en la basura.
Este pequeño detalle me
dejó pensando cómo muchas veces podemos aproximarnos a una realidad dependiendo
de qué lado veamos las cosas. Esa hoja de papel estaba destinada a ser basura,
pero al observar la realidad completa me llevó a comprender que tenía una
riqueza distinta.
Creo de verdad, que algo
así es lo que ocurre entre nuestra manera de mirar las cosas, y la forma como
Dios se aproxima a nuestra realidad.
La vista es un regalo
hermoso que nos permite comprender todo misterio desde sus colores, sus formas,
tamaños y proporciones. Regalo que nos lleva a poder hacer lo mismo con una
mirada interior. Pues el cómo veamos la vida, nos llevará a situarnos y
comprometernos con la realidad de nuestra historia y nuestro camino.
Pero qué importante
reconocer que nuestra mirada humana y herida tiene siempre límites y le es
difícil ser objetiva y completa. Mientras que la mirada de Dios sí lo es. Pero además,
la suya tiene un ingrediente que hace esta diferencia más abismal aún: la suya es
una mirada llena de amor. Por ello, lo primero y lo más importante es
comprender cómo nos mira el Señor.
Cuántos pasajes en los
Evangelios relatan la mirada de Jesucristo. Mirada tan benévola, llena de
ternura y esperanza.
Y si ahondamos en nuestra
historia con apertura, estoy segura que descubriremos que hay también esas
historias en la que su mirada penetró más de una vez hasta lo más profundo de
nuestro corazón. Esa que enseña y corrige, la que mueve al arrepentimiento, la
que puede provocar un arranque de generosidad, la que despierta lágrimas de
gozo y gratitud. Pero sobretodo, esa mirada que en más de una ocasión
transformó en amor y compasión la que para nosotros era sólo de fracaso, dolor
o decepción.
Mirada que toma el nombre
de MISERICORDIA y que tiene un rostro concreto, que va más allá de sus ojos. La
que le llevó a entregarnos su propia vida.
La misma composición de esta
palabra es hermosa: miseria y cor.
La miseria y el corazón que se juntan; el corazón que se abaja hasta la miseria
para elevarla.
El corazón de Dios que se
conmueve hasta las entrañas por nuestro dolor, por nuestras necesidades y por
nuestras heridas.
“En esto está
el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó
primero” 1 Jn 4, 10
En este domingo
que celebramos la Fiesta de la Divina Misericordia, abramos el espíritu y
corazón para dejarnos “misericordiar” por Jesús Resucitado (como le gusta decir
al Papa Francisco). Tomemos la sincera decisión de sacar de nuestros ojos
interiores toda mirada juzgadora, escandalizada, mediocre, individualista,
desconfiada o de reclamo. Y dejemos que sea su amor y su incondicionalidad
misericordiosa la que nos haga caminar en esa verdadera paz y esperanza que
tanto anhela nuestro corazón.
Que este domingo cesen las
preguntas y los reclamos, para llenarnos de gratitud, sencillez, silencio y
alegría. Descansemos en su corazón lleno de misericordia, porque si descansamos
en Él, nuestras heridas quedarán curadas, nuestros miedos y dolores transformados
pues todo será lavado con el agua de su costado y salvado con la sangre de su
amor infinito.
Bien le dijo le Jesús a
Santa Faustina a quien le encomendó la misión de difundir la devoción a la
divina Misericordia:
" Ningún
alma que se haya acercado a mí ha partido sin haber sido consolada. Cada
miseria se hunde en mi Misericordia y de este manantial brota toda gracia
salvadora y santificante..." (Diario # 1777)
Que esta semana podamos
caminar junto a Él guardando más silencio en el corazón para reconocer y
recibir sus miradas llenas de amor y misericordia desde la infinidad de formas
en las que nos busca una y otra vez para permanecer junto a Él.
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Encontré unas frases muy
bonitas sobre la Divina Misericordia. Espero que les ayude a profundizar en
este maravilloso misterio de amor. Frases que les parecerá increíbles, pero que
evidencian la radicalidad de su amor por cada uno de nosotros.
Y también les comparto el video
de una canción muy bonita…
"Oh alma
sumergida en las tinieblas, no te desesperes, todavía no todo está perdido,
habla con tu Dios que es el Amor y la Misericordia Misma. Alma, escucha la voz
de tu padre Misericordioso." (Diario #1486)
"Aun si
un alma estuviese en descomposición como un cadáver y humanamente sin ninguna
posibilidad de resurrección y todo estuviera perdido, no sería así para Dios:
un milagro de la Divina Misericordia resucitaría esta alma en toda su
plenitud.” (Diario #1448)
"La
humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi
misericordia. Oh, cuánto Me hiere la desconfianza del alma. También los
demonios admiran mi justicia, pero no creen en mi bondad." (Diario #300)
" Mi
Misericordia es más grande que tus miserias y de aquellas del mundo entero.
¿Quién ha medido mi bondad? Por ti he bajado del cielo a la tierra, por ti me
he dejado poner en la Cruz, por ti he permitido que fuera abierto con una lanza
mi Sagrado Corazón y he abierto para ti una fuente de Misericordia. Ven y toma
de las Gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza." (Diario
#1485)
“No olvidemos esta palabra:
Dios nunca se cansa de perdonar… El problema
es que nosotros nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. Él
jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir
perdón. No nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca.” S.S.
FRANCISCO, Ángelus, domingo 17 de marzo de 2013
“…toda la suciedad del
mundo toca al infinitamente Puro, su alma, al hijo de Dios mismo. Cuando algo
sucio entra en contacto con algo limpio, lo usual es que lo limpio se
contamine, pero en la Cruz ocurre todo lo contrario: cuando el mundo con toda
su injusticia y crueldad que lo hace impuro, entra en contacto con el Infinitamente
Puro, el Puro es el más fuerte. La suciedad del mundo es verdaderamente
absorbida, limpiada y transformada en el dolor del Amor Infinito.” Jesús de
Nazareth, p. 231- Benedicto XVI
DIOS ES TODO EN LA VIDA Y ATRAVES DE SU MIRADA RELATA EL AMOR INCOMPARABLE DE SU CORAZÓN Y SUS HIJOS HEREDEROS DE SU PADRE CELESTIAL JESUCRISTO DEBEMOS SEGUIR EL EJEMPLOS DEL AMOR DE NUESTRO PADRE AMÉN AMÉN
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