Qué agradable experiencia cuando recibimos un regalo entregado con cariño. Es como si al recibirlo tuviera el encanto de alegrarnos el día.
No sé si lo que puede conmovernos es el amor que
sentimos o la gratuidad pues no exige nada a cambio. Un regalo es un don. Y un
don es un regalo. Es aquello que recibimos sin pedirlo, sin merecerlo o
esperarlo. Es el que puede ser entregado por una fecha importante, o simplemente porque esa persona quiso tener un detalle con nosotros. Regalo en el que hemos podido percibir de alguna manera el amor concreto, profundo y cercano de Dios.
Y si nos ponemos pensar, podemos darnos cuenta que
no hay día en el que Dios deje de ofrecernos un regalo. Algunos novedosos y
sorprendentes, como otros tan indispensables que nos lo da una y otra vez.
Y creo que los dones más necesarios, son los más llenos de misterio y grandeza. Y así como la esperanza y el amor son
puro misterio y podemos vivirlos porque son un don, una gracia, existe también este otro
regalo y misterio que sin terminar de comprender lo importante que es para
nuestra vida, es un don inmenso, constante y frecuente.
Es el don de la fe.
La fe es una de esas palabras que parecieran muy
comunes o evidentes, pero que, a la hora de la hora, es muy difícil de definir,
describir y comprender. Y por lo mismo, solo queda usar analogías y
comparaciones para poder entender un poco más lo indispensable que es para
nuestro camino. Sin fe es imposible vivir y caminar en este mundo.
Me puse a pensar entonces qué lugar ocupa este don
en la vida de los santos, que tienen una vida tan firme y realista en este
mundo, pero con una mirada firme hacia la eternidad. Los santos (también llamados en
la Biblia como "justos") son de los que San Pablo dijo: “Mas el justo vivirá por la fe”.
Rm.1,17
Y es que el justo, el santo, vive desde ella, lee la vida desde ella. Es el que puede vivir la esperanza porque vive de la fe. El santo es
capaz de traspasar barreras y fronteras, porque su mirada y su esquema de vida
es partiendo de esa certeza y confianza total en Dios.
Cuántos frutos de vida nos enseñan los santos que vivieron desde ella. Qué claro tuvieron siempre que la fe no depende de nosotros, sino que es UN REGALO, una gracia, donde
lo único que se nos pide es acogerlo y recibirlo.
Y es que el don de la fe es el que nos da vitalidad, que nos desparaliza y aleja el temor. Es el que nos permite tener un verdadero soporte ante las contrariedades y pruebas de la vida. Es esa fuerza que nos hace caminar a pesar de no tenerla.
La fe no duda de la presencia del amor y hace que
la savia de las motivaciones y quereres mantenga el corazón fresco y libre. Es
la que no se contamina con cálculos y precauciones porque vive de la simpleza y
certeza de confiar en el poder de Dios.
El don de la fe nos lleva a vivir como los niños, que tienen la certeza del cuidado y protección de su Padre, que pueden dormir tranquilos, reír con paz y no se angustian por el mañana. Es el que no busca hacerse preguntas que desarmen o levanten cizañas en el espíritu.
El don de la fe es el que permite tener toda la
atención y mirada en lo cierto del amor de Dios y lo concreto de su fuerza. Es
el que nos da la garantía absoluta de llegar a hacer posible lo que parece imposible.
El don de la fe es el que tiene todo su querer en
lo que Dios le invita a vivir, y sabe que su gozo está en vivir con sus
esquemas, sus medidas y su amor. Sabe que Él no se equivoca.
Y creo que por ello, Jesús al hablar sobre este
don, dice claramente que incluso teniendo la fe con el tamaño de un grano de mostaza, es un don capaz de trasladar un árbol para ser plantado en el agua. Y sí, cuántas cosas en nuestra vida terminaron también en un milagro: esos árboles de
problemas, de defectos, de cruces que solo con el poder de Dios fueron
arrancados para ser regados con el agua fresca de la vida y la salvación. Arboles en nuestra historia movidos por el grano de arena de nuestro sí, y la gracia divina que transforma y bendice todo...
Y creo también que por ello, dejando claro qué
implica una vida desde la fe, es que luego parece hasta absurdo esperar que nos
agradezcan por lo que hacemos, pues como nos dice hoy Jesús: “Somos siervos inútiles, hemos
hecho lo que teníamos que hacer”. Lc 17,10
Démosle gracias a Dios cada día por este regalo de
la fe, y aprendamos a caminar desde sus coordenadas, y vivamos con la tranquilidad que
nos da el recordar que nuestra fidelidad, fruto de la fe, es un regalo en el
que sólo nos pide aferrarnos firmemente de su mano para poder “vivir de la fe”.
____
Señor
gracias por este regalo
tan
importante y del que soy tan inconsciente.
Ayúdame
a vivir desde la fe,
que
no se paraliza con un obstáculo
que
mira al cielo mientras pisa la tierra
que
trasciende toda emoción y duda.
Ayúdame
a vivir de este don,
sabiendo mirar con asombro y naturalidad
los
milagros de cada día
los
imposibles conseguidos
los
cambios increíbles
las
decisiones inimaginadas.
Una
fe que no responde a las penas o alegrías
porque
tiene una frecuencia distinta, profunda y elevada
que
navega en la hondura de los mares
que
vuela en el aire de las aves y las nubes.
Una
fe que se renueva y nace cada día
cuando
contemplo tus promesas ya cumplidas
y
el llamado vivo a permanecer a tu lado.
Una
fe que vive aferrada a ti
por
la que cada día puedo dar saltos al vacío
dormir
junto a ti en la barca y la tormenta
o
caminar sobre el agua cogida de tu tierna mano.
Una
fe que contempla solo tu rostro y amor bendito
éste
amor plasmado en tu cruz y en tu vida
y
en el canto de libertad que me susurras cada día.
Amén
Lc 17, 5-10
Dormir junto a ti en la barca o en la tormenta! Eso es Magali, gracias
ResponderEliminarTengamos Fe Dios nos escucha
ResponderEliminarSeñor aumenta mi Fe...
ResponderEliminarQuerida Magali buenas tardes.
ResponderEliminarHe leído con mucha calma la reflexión que nos has enviado esta semana,
y realmente estoy maravillada, de todo lo que has escrito sobre la fe.
Por lo general, cuando leo las meditaciones que nos compartes, las leo
varias veces, ya que para mí, son muy lindas y sirven de alimento a mi espíritu.
Tenía este pendiente de leer tu reflexión y aprovechando que hoy llegué
temprano a casa, me dije voy a leer el envío de Maga:
(He copiado partes de tu reflexión que me han llegado al alma).
Ayúdame a vivir desde la fe, que no se paraliza con un obstáculo,
que mira al cielo, mientras pisa la tierra
que trasciende a toda emoción o duda.
Una fe que se renueva y nace cada día
cuando contemplo tus promesas ya cumplidas y el llamado vivo
de permanecer a tu lado.
Una fe que contempla tu rostro y amor bendito, este amor plasmado
en tu cruz y en tu vida y en el canto de libertad, que me susurra cada
día. Amén, Amén, Amén.
Gracias querida Magali.
Dios te bendiga y te guarde siempre.
Elvira Orellana B.
Muy cierta ésta reflexión,el regalo más grande que recibimos cada día es la vida es y el Don de la FE es como una llama q jamás debe apagarse.
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