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La buena memoria...



Qué importante es el regalo de la memoria. Y tener el buen hábito de saber recordar especialmente lo bueno e importante, es algo que definitivamente nos ayuda a ser mejores personas.

Hoy, meditando en esta hermosa cita que dice “María por su parte meditaba todas estas cosas y las guardaba en su corazón”, me llevó a meditar en el bello ejemplo que nos da. Nuestra madre pudo quedarse fijada en las grandes dificultades, humillaciones y peligros. Pero en esta bella historia del encuentro con los pastores, se muestra claramente su verdadera belleza y sabiduría, porque supo conservar y guardar ante todo, cada una de las perlas preciosas que Dios le regaló en el camino, para tenerlas grabadas en el hermoso cofre de su corazón. Un cofre especial, que no tenía espacio para lo negativo y difícil.

Es por eso Madre, que hoy en tu día, como Madre de Dios, quise escribirte y agradecerte por este maravilloso ejemplo de mantener una memoria viva que te permita vivir en fidelidad y verdadera paz. 




 

Qué ejemplo el tuyo,

Éste de tu amor tan dulce

unido a tu serenidad constante.

 

No te fue fácil…

tantos retos y pruebas a cada instante

llevándolas con esa fe  honda

esa que no robaba tu paz.

Fe más poderosa que todo,

porque nada difícil o duro

pudo derrumbar la risa de tu alma

ésta que se alimentaba

con los recuerdos tan grandes y tan benditos.

 

Qué sombra sería capaz de apagar el gozo

de verle así, recién nacido,

de ese primer encuentro con su mirada tierna y eterna.


Qué podría borrar esta huella en el alma, 

de sus benditas sonrisas de pequeño

de las dulces manitas en tu rostro materno

de la música honda con sus primeras palabras y sus humanos llantos

de verle dando sus primeros y fieles pasos

de esos diálogos y encuentros de temas infantiles como aquellos divinos

de esas cenas benditas como familia humilde y sagrada.

 

Tantos y tantos benditos recuerdos

que los fuiste meditando y guardando con latidos maternales

puestos y cuidados en un cofre hecho de gracia y sueños

éste que se fue llenando

con los hermosos tesoros de cada día, de cada encuentro

con los momentos históricos y misteriosos que fuiste contemplando

en el amor encarnado de tu Hijo a nosotros entregado.

 

Tanto amor, tanta esperanza y tanta fe

con los que preparaste su cuna, pañales y alimento,

tanto misterio de amor al ver

esos humildes pastores presurosos y gozosos

esos sabios de oriente cayendo de rodillas y agradecidos.

 

Tantos recuerdos imborrables que no se acallan

ni con los peligros, dolores y sin sabores

porque el recuerdo del verdadero gozo y el verdadero amor

el del verdadero cielo y el verdadero encuentro

es como un fuego que crece

para unirse al Sol eterno y al cielo prometido.

 

Recuerdos que son como un fuego tan grande

que aviva el calor de este amor divino

que hace que hasta lo más negro y escondido 

se transforme en una blanca luz

y una eterna dicha.

 

Ayúdame querida Madre

a mantener una memoria como la tuya

que se aviva con honda fe y confianza

que sabe agradecer tantos dones recibidos.

Ayúdame a conservar todo lo vivido

para saber que con su gracia y su fuego,

se transforma todo en semilla y cimiento

para caminar por la única ruta que me lleva

a la felicidad eterna y el gozo en el cielo prometido.

Ayúdame a grabar siempre mi mirada en su rostro bendito y su risa eterna.

AMEN

 

____________

 

Tal vez esta escena de María de Nazareth, pueda mostrar un poco cómo el cofre de los tesoros de los recuerdos de María ayudó a los apóstoles y nos ayuda a nosotros a tener toda nuestra atención y nuestro amor en Él.

 



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