El otro día observaba en una fiesta infantil a un niño con una tremenda pataleta y un llanto incontrolable porque él quería algo que el papá le prohibió. Cuando el llanto se cambia a escándalo, he visto que lamentablemente la historia termina haciéndose lo que él quiere. Pero me quedé gratamente sorprendida cuando ví que este papá lo llevó a un lugar apartado, lo miró fijamente a los ojos buscando serenarlo. El niño gritaba más y más fuerte, lloraba más y más. Pero el papá de forma paciente y firme le repetía que se calmara. Le decía que no siempre se hace lo que él quiere. Fue un llanto y pataleta de 10 largos minutos. Y al final ganó la autoridad del papá. Entonces me pregunté quién ganó realmente… a lo que me alegró concluir que los dos. El hijo se hizo un poco más resiliente, el hijo confirmó la fortaleza de su papá, el papá le amó al educarlo un poco más. 15 minutos después el niño estaba contento jugando con los demás.
Me
quedé pensando luego que, aunque no seamos niños, tal vez haya en nuestra vida varias
historias de pataletas. Esos momentos en los que dijimos algo que no reflejó lo que
sinceramente anhelaba nuestro interior. Esas frases que parecen duras cuando en
el fondo son miedos, o esas muestras de cariño que pueden quedar tan cortas
frente a lo que realmente quisiéramos expresar. Esos No que brotan de un corazón confundido o herido.
Y
al meditar en el Evangelio de este domingo, me vinieron otros tipos de No. Esos
SI disfrazados de NO. Me refiero a esos deseos de hacer las cosas bien y sí obedecer
a lo que Dios nos pide, pero en los que el miedo a fallarle, o dejar corto lo que se pudo hacer mejor terminan en una respuesta de negación.
¿Hay
alguna que viene a tu mente?
En
el Evangelio de este domingo Jesús grafica muy bien esta realidad tan humana en
las que tú y yo podríamos identificarnos de diversas maneras. Esos pedidos de
Dios en los que decimos No, pero al final lo hacemos, o en los que decimos Si y
nunca llegamos hacerlo.
Hoy no quisiera detenerme no en la famosa procrastinación de quien dice sí a todo y no
hace nada por posponerlo más y más.
Hoy
me quedé meditando en esa respuesta de No cono un ángulo en particular. El pedido o misión que Dios que a primera impresión puede despertar en nosotros miedo,
rechazo, incertidumbre, incomprensión o el sentirnos indignos de tomarlos. Esos
pedidos de Dios en los que emocional e intempestivamente acaban en un NO para no fallarle.
Me
imagino que hay varios No que surgen sencillamente de algún egoísmo, flojera o
reclamos. Pero creo que hay otros que pueden surgir de un corazón más íntegro y
consecuente, que al medir todo lo que implica, que al buscar ser realista, se da
cuenta que es algo que puede sobrepasar sus propias limitaciones y carencias.
Un
NO sincero, que busca ser coherente e integro con el peso de lo que se le
propone. Un NO que no brota de una pataleta infantil,
sino de cierta conciencia que lo que se le pide pueda
sobrepasar sus fuerzas y recursos. Un NO honesto en el que no quiere fallarle a
Dios y a los suyos. Creo que en este mundo hay muchos seres íntegros que optan
por ello.
Sólo
que creo que estas personas se olvidan de un “pequeñísimo” detalle. Se olvidan que
las fuerzas para ponernos de pie y trabajar en esta viña requiere solamente de
nuestros deseo y disposición. Porque las fuerzas para lograrlo, para servir bien, para cumplir esta misión es obra de Dios. Es con su gracia, su
amor y su acción en nuestra alma que se ha de alcanzar.
Cuántas
veces pudimos haber rechazado un reto porque nos creíamos capaces, indignos o débiles para llevarlo a cabo. Cuántas veces la autosuficiencia fue más fuerte
que la humildad. Faltó la sencillez y humildad para poner nuestros 5 panes y 2
peces de tal manera que Dios haga el resto. Sencillez y humildad para decir un
SI con la conciencia que Dios obrará y hará crecer en nosotros los mejores
frutos y los mejores logros.
Y
cuántas veces la acción de Dios se puede hacer más grande y maravillosa cuando
atravesamos cruces y pruebas. Momentos en los cuales el NO puede tener más
razones y excusas. Pero momentos en que la misma cruz es ocasión para ofrecer un SI
de amor, de generosidad y de un salto de fe que puede transformarnos en un
antes y un después…
Hoy
ten invito a revisar esta parte honesta y sincera de tu vida, en los que hayan
NO que puedan convertirse en SI cuando aprendamos a poner la mirada en su mirada,
nuestro amor con su amor, nuestro esfuerzo con su obra, nuestras prudencias en sus cuidados y nuestra vida cotidiana en su presencia constante.
Jesús
nos quiere en su Viña para trabajar y servir a nuestro mundo. Pero también nos
quiere en esta viña para empezar a ser felices, disfrutar el vino de la vida,
para asombrarnos ante las uvas dulces y coloridas. Nos quiere en la viña para
sentir cómo su amor y presencia conduce nuestro camino por los surcos de una
vida que puede ser eternamente feliz.
Digámosle
SI, con conciencia de quienes somos. Un SI honesto, un Si humilde, un SI de
niños en brazos de su Padre. Un SI de asombro, un SI de gratitud por darnos
desde ya el ciento por uno cuando trabajamos y amamos con todo desde Aquel que
nos ha amado primero.
Mt 21,28-32
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Esta es una linda canción espero que la letra te ayude a meditar también este Evangelio
Un si total a Dios!¡ gracias x la reflexión Magali!!!
ResponderEliminar!Que hermosa lectura! srta Magali
ResponderEliminarLinda reflexión, en verdad y sin querer cuantas veces negamos la voluntad de Dios.
ResponderEliminarMuchas gracias querida hermana Magali
Bendiciones
Gracias Magali por tus preciosas palabras
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