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Trabajando con alegría

 



Al leer el Evangelio del domingo, me quedé pensando en esas peleas infantiles que viven no sólo los niños, sino también los adultos cuando reclamamos justicia. Esas discusiones que pueden acabar en resentimientos que han ocasionado grandes separaciones y rupturas. Conflictos que no tienen proporción con lo que se ha perdido: una relación, la unión familiar, el equipo de trabajo, la amistad. Heridas escondidas o abiertas que se hacen dolorosas si no se aclaran o perdonan.

Jesús cuenta la parábola de un dueño de la viña que sale a contratar trabajadores. Saliendo a primera hora (6am), encuentra aquellos con los que queda en 1 denario por el jornal, el sueldo justo para ese trabajo. Pero luego sale cada 3 horas para seguir contratando a otros trabajadores a quienes les dice que se les pagará lo justo…

Y la disposición y bondad de este señor le llevó a salir hasta 1 hora antes de acabar la jornada. Y a las 5pm contrata a otros hombres que no habían sido contratados por nadie. Ninguno de esto últimos parecieran exigir alguna cantidad en particular, sólo se les ve dispuestos a trabajar.

Y entonces me quedé pensando en varios temas que nos enseña esta parábola…

La primera de ellas fue el ponerme en el lugar de estos hombres parados hasta las 5pm. Pudieran dar la impresión de ser flojos, porque no salieron antes. Pero eso no sale en la escritura. Son personas que también estuvieron soportando el sol y buscando ser contratados. Estuvieron de pie, figura de estar atentos a lo que se puede venir. Y me imagino también que estuvieron preocupados por no llegar al final del día con un salario necesario para alimentar a los suyos. Hombres que también recibieron una mirada compasiva del dueño de la viña:

Todavía salió a eso de la hora undécima, y al encontrar a otros que estaban allí, les dice “¿Por qué estas aquí todo el día parados?”. Dícenle: “Es que nadie nos ha contratado”. Díceles: “Id también vosotros a la viña”. Mt 20, 6-7

Y al llegar el momento de la paga estos hombres recibieron 1 denario. Pero se cuenta que al llegar los que trabajaron desde las 6 de la mañana, asumieron que recibirían más. Pero al recibir lo mismo, vinieron los reclamos y tildaron de injusto al señor.

Y bueno, lamentablemente no sería difícil aplicar esta historia a otras situaciones que miramos y vivimos en la vida cotidiana…

Sólo que, viendo objetivamente las cosas, el dueño como bien lo dijo, tenía todo el derecho de hacer lo que quería con su dinero. Fue justo al pagar lo que había quedado con los de las 6 de la mañana. Y fue generoso con dar lo mismo a los demás (así es pues la justicia de Dios).

Nos puede entonces quedar resonando esa mirada de los que fueron contratados a primera hora. Suena a esa “justicia amargada”, ese sentirse con derecho a pedir y reclamar un beneficio que no es obligación para el otro. Es ese tipo de reclamo que surge cuando hay comparaciones, victimismos, o cuando se pierde el tiempo juzgando y criticando al otro.

Y si a eso se agrega una lectura negativa del trabajo, como si éste fuera una “tortura necesaria” para recibir lo que sí da satisfacción... Si tenemos una aproximación negativa al esfuerzo y a lo que hacemos cotidianamente, los minutos y las horas pasan muy lentamente… Creo que cuando se ve la vida así, todo puede tornar pesado, incómodo. Cargar 1 kg suena a cargar 50, porque todo nos parece oscuro y estéril.

Entonces, puede ocurrir que ese reclamo al dueño de la viña no es fruto de ver una verdadera injusticia, sino el reflejo de una experiencia de frustración. Una infelicidad personal que se proyecta en envidia o en comparaciones erradas que causan más heridas y falsos resentimientos…

Qué sabio Jesús en ponernos esta historia en el marco del trabajo, algo que está llamado a vivir todo ser humano. Y es que el trabajo nos dignifica, nos invita a poner todos nuestros talentos y dones para el servicio de la humanidad. El trabajo nos realiza, pudiendo ofrecer y hacer lo que nos va bien, pudiendo encontrarnos con tantas personas y construir buenas amistades. Al trabajar, podemos ayudar a los demás, podemos compartir nuestras experiencias de vida y enseñar a los nuestros muchas cosas… Y además, podemos llevar el sustento a los nuestros con la satisfacción de haber puesto mucho amor en lo que hicimos.

Me preguntaba entonces, de qué sirve trabajar desde temprano si no hay entrega y amor a la vida. Es como si estuviéramos sin empleo, y mas bien fuésemos los que estuvimos de pie hasta tarde esperando algo... Es como si no recibiéramos el denario de la alegría y el entusiasmo de los frutos que se van cosechando en el camino. Y no se puede cosechar el fruto de las uvas de la vid, que representa el gozo de la vida, si no hay amor y entrega en lo que hacemos día a día.

Creo que tú y yo estamos llamados por Dios a cada hora del día. Llamados a entregarnos, a dar y amar. Llamados para dar lo mejor de nosotros. Llamados a ser felices desde quienes y como somos. Llamados a trabajar incluso cuando aparentemente no hiciéramos nada porque estamos postrados en una cama, limitados emocionalmente o paralizados por muchas razones. SIEMPRE hay formas de trabajar, de AMAR y servir. Siempre podremos ser felices, porque el espíritu y el alma no paran… Y la presencia de Dios tampoco…

Trabajar felices en este mundo, y trabajar así para alcanzar el reino de los cielos y la vida eterna...



Hoy te animo a mirar la vida desde los ojos del dueño de la viña, a mirar la riqueza de tu vida, la riqueza de lo que estas llamado a hacer y vivir. Te invito a darle gracias a Dios por el trabajo que tienes, por la misión que realizas, por las responsabilidades grandes y pequeñas que te llevan a ser feliz, a amar y estar cada vez más unido a los demás y al mismo Dios. 

Y si descubres falsos reclamos y resentimientos, nunca es tarde para cambiar tu mirada y pedir perdón.

Que nunca se te olvide que el Dueño de la Viña te da diariamente más de 1 denario, porque te ofrece a manos llenas su gracia (su fuerza) y su amor constantes para poder realizar todo aquello que se te pida vivir. 


 Mt. 20, 1-16

Este video me encanta. Creo que justamente nos enseña a transformar toda envidia y daño en bondad y generosidad.




Comentarios

  1. Gracias x la reflexión Magali

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  2. Me gustó mucho los diferentes enfoques que analizas de esta Parábola
    todos muy consistentes
    Muchas gracias querida hermana Bendiciones

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