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El canto del silencio…

 




Me encanta escuchar música. La uso para motivarme a trabajar, para escribir, para limpiar y organizar, para caminar, para rezar, etc. Pero últimamente se me dio por dejar de ponerla y quedarme sin sonidos. Es como que Dios con diversos detalles y circunstancias me invitó a guardar más silencio, para percibir mejor su presencia y en otras maneras.

Silencio físico, y de melodías. Pero también ese guardar silencio en el corazón. Percibir la riqueza del silencio de aquellas personas que aman y se entregan con sencillez, sin hacer aspavientos, sin contar lo que van logrando. Ver la riqueza del guardar silencio para que esas batallas, esas alegrías, esas pruebas o esos hondos encuentros con los demás deje huella dentro y sin sonido de fondo, sin palabras, sin comentarios o fotos. Sencillamente todo en silencio.

Y al contemplar el indescriptible misterio del Nacimiento de Dios, al contemplar la historia de Amor y de humildad, a Jesús nacido en un pesebre junto a los animales y las pajas como abrigo, era como que el silencio de Dios se me muestra más elocuente. Misterio en el que el mismo Dios que rompe el cielo para estar tan frágil, vulnerable, tan débil y tierno ha venido también en silencio. Una evidencia tan clara, tan fuerte y viva de la obra de la salvación humilde y silenciosa de nuestro amado Dios, quien nos ha amado primero.

Te invito a entrar en este misterio, para ver el amor de Dios desde ese silencio que permite revelar un misterio, donde las palabras, las categorías, los villancicos hermosos o los discursos y homilías sinceras tampoco pueden abarcar. Te invito a cerrar los ojos, los labios para abrir el corazón y dejar que Dios hable y cante…

Guardemos silencio en el alma y en el espíritu para que Dios Amor hecho carne y venido en silencio, se encuentre con el nuestro, aunque sea inmaduro, incompleto e imperfecto.

Que María, nuestra dulce y silente Madre nos enseñe cómo encontrarlo dentro, hondo y siempre…



¡Feliz Navidad!

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Noche, día y tarde silente, que se hace paz

Silencio hecho carne, Palabra hecha Amor concreto, Niño nacido desde la eternidad.

Silencio de paz unido a este gozo profundamente escondido

Silencio de paz, que arrulla tu sueño de Dios recién nacido

Silencio que acuna tu Salvación…

 

 

Silencio el de José, sobre esas batallas escondidas por buscar lo mejor para ti

Silencio de María, ese confiado, ante las incomodidades e inseguridades del parto

Silencio que se hizo más hondo luego de los meses de espera y embarazo.

Silencio en el que se fueron repasando las promesas que se iban cumpliendo.

 

Silencio de este misterio en ti mi Dios

al hacerte carne, y al hacerse Niño.

Silencio el de los santos, cuando con una oración humilde al contemplarte así, perforan el cielo acogiendo tus gracias y tus bendiciones.

 

Silencio que es la más viva presencia, la más dulce melodía, la más clara Palabra, la más profunda paz y la promesa cumplida con la más fiel compañía.

 

Silencio en el que Dios apaga toda soledad y alegra toda compañía.

Silencio en el que Dios apaga toda tristeza y desesperanza con ese dulce llanto de recién nacido hecho canto eterno.

 

Silencio, el más solidario, que escucha mi llanto, mis historias y preguntas, para hablarme y cantarme en el momento preciso y necesario, no antes ni después…

 

Silencio en el que actúas poco a poco, en el espíritu de este corazón humano, que solo puede asombrarse y agradecer tu obra infinita en mi alma y en la de mis hermanos.

Dios silente, amante, buscador de eternidades para mi espíritu, para esta Navidad personal y única entre Tu y yo

Silencio en el que el hoy de tu amor se hace nuestro para siempre….

AMEN


Lc 2, 1-14
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