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Explosión

 



¿Cómo se podría describir lo que uno experimenta al ser testigo de una explosión?

Estar concentrados en otra circunstancia, cuando de pronto sentimos que algo remece todo y mueve todo, un sonido estrepitoso que puede romper los tímpanos. Una fuerza incontrolable que puede hacer estallar y quebrar aquello que sólo segundos antes estaba estable y estático…

Y entonces nos inunda el miedo, las preguntas sobre su origen, el impacto que ha ocasionado y la inseguridad ante la posibilidad de haber perdido lo que tenemos…

No sé si pueda expresarme bien, pero al rezar hoy Sábado Santo sobre este día de silencio y la próxima llegada de la Resurrección, me hizo pensar en esta experiencia tan fuerte que se vive cuando algo explota y estalla. Pues así como se experimenta algo físico, esas sensaciones pueden vivirse interiormente.

Hoy te animo a comprender un poquito más sobre este misterio tan importante, el central de nuestra fe que estamos a punto de celebrar, desde esta experiencia: la de una explosión de vida y amor cuyo autor es el mismo Dios. 

Hoy te animo a abrir la mente, el espíritu y el corazón para acoger este amor de Cristo que estalla de amor y rompe la muerte para darnos la vida.

Hice esta oración que espero pueda ayudarte, en la que contrasto el necesario sábado silencioso para reconocer la inminente Pascua de Resurrección.




Tu poder y amor es infinitamente indescriptible,

que se revela mejor en aquello que el corazón humano evita:

como en el sufrir en tu cruz, la que era mía

como cargar en tus hombros y corazón el peso de mis pecados

como el morir injustamente para dar la vida como Amigo y Hermano.

 

Amor infinito que se contempla mejor en los sábados de silencio:

Cuando te nos unes en el momento más oscuro, porque sentimos que todo se acabó y nada se ve claro.

Cuando la tensión es insoportable hasta causar dolor y rabia.

Cuando de tanto llorar las lágrimas se han acabado.

Cuando las horas se hacen eternas, y el amanecer no llega.

Cuando el corazón se ha endurecido, por decepciones y heridas.

Cuando el frío es tan fuerte, que se hizo hielo el lecho de descanso.

 

Y entonces, amanece la Pascua,

con esa explosión divinamente grandiosa

con tal fuerza y tal fuego

con ese amor que inunda todo lo que toca.

 

Explota tu amor de resucitado,

haciendo que el negro oscuro se quiebre en luz brillante e intensa,

que esa tensión se dilate y se disuelva con bondad y esperanza,

que las lágrimas secas se transformen en agua fresca y viva,

que el reloj de las horas se quiebre, para inundar el alma de eternidades,

que el corazón triste y duro reviente, para latir y arder de amor y más amor,

que el hielo se derrita para que ahora toda mi casa sea lugar cálido que abrigue a mis hermanos.

 

Sí mi Señor,

tu amor divino explotó en todo el universo

y al explotar rompió la misma muerte.

Ha explotado tu amor divino

para resucitarnos para siempre a la vida eterna.


Tu amor divino explotó dándome vida plena,

salvando mi alma y mi historia,

para hacerme explotar de gratitud, de pleno gozo y alegría.

 

Tu vida explotó dentro de mi alma,

para que el amor no sólo vaya de mi mano,

sino que se encarne desde dentro,

en mi memoria, mis sueños, mi espíritu 

y en toda realidad hasta la que no comprenda. 


Tu amor y vida explotaron dentro de mi alma

y se quedan allí, para siempre

para contagiarlo en otros corazones

cantando juntos el gozo eterno.

 AMÉN

 

¡Feliz Pascua de Resurrección!





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