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Por sí sola...

 


Vi salir a los niños de 1er grado orgullosos con su regalo por el día del padre. Eran unos vasos decorados como macetas para albergar unas plantas que habían sembrado. Tenía un cartel también hecho por ellos que decía Feliz Día Papa y todo en un celofán transparente. Pensé por un momento que era un regalo muy simple, pero luego me dejó pensando todo lo que simbolizaba…

Me remitió entonces a aquellos amigos que he conocido antes y luego de ser papás por primera vez. Me acordé de todas las preguntas, temores, decisiones y retos que sentían ante aquello que se venía por delante. Sus vidas habían cambiado para siempre y tenían toda esa sana preocupación por el futuro de sus hijos y de su familia. Dudas muy comprensibles como lo económico, la forma de educarlos, el tiempo que necesitarían para estar con ellos, no querer repetir los errores que cometieron con él, etc.

Y ahora veo estos mismos papás años después: tan contentos, tan “derretidos” con esas hijas que los llenan de besos, o esos niños que quieren imitarlos en todo. Papás que no se cambian por nadie al estar con ellos. Una paternidad que fueron y siguen aprendiendo a vivir. Ellos quieren ser cada vez mejores padres.

Y por eso creo que se parece a lo que vi en este regalo, en esa pequeña plantita… donde los padres “decoran”, mantienen y organizan el hogar, dan la protección y cuidado a sus hijos. Donde sus hijos hacen esos bellos carteles de “te quiero papa”, “gracias papá”, “te necesito papá”. Y esa planta que crece: es lo que Dios va obrando en cada uno de ellos. Papás que tal vez eran flojos y por sus hijos ahora se levantan más temprano para estar en ese mejor trabajo, que pensaron jamás entrar a una cocina y por ellos cambian pañales, limpian o preparan loncheras o la comida cuando sea necesario. Hombres que tenían el partido de futbol con los amigos o salir hasta tarde como una tradición, pero ahora prefieren no perderse esa actividad del colegio o de familia con sus hijos. En fin, cada papá puede poner tantos ejemplos donde la semilla y la planta sembrada en su espíritu que es la paternidad empezó a crecer y madurar en un sentido “por sí sola”, pero sobretodo con la ayuda de Dios, pues fue con su esfuerzo que fueron avanzando, y también cuando menos lo pensaron, iban madurando y siendo cada vez mejore padres, amando cada vez más a los suyos.

Qué lindo pues, que el día del Padre coincida con este pasaje del Evangelio que habla del Reino de Dios que crece por sí solo como una semilla, o como ese grano de mostaza tan diminutamente pequeño que se convierte en un árbol grande y frondoso que anide hasta pájaros en sus ramas.

Hoy los papás de nuestras familias y seres queridos lo celebran aquí en la tierra y otros desde el cielo… pero que sea ocasión para agradecerles de todo corazón por su gran esfuerzo y por haber confiado en Dios en esos momentos tan difíciles que tal vez nunca nos enteremos...


También les animo a que esta lectura del domingo sea ocasión para recordar que TODOS, ante la misión, llamado, responsabilidad y dones que Dios pone en nuestras manos dejemos que “crezca por si solo”, porque Dios obra en nuestras vidas. Es Él quien nos da la fuerza, quien nos hacer valientes para afrontar y asumir los retos que tengamos por delante.

Sólo nos pide una cosa: confiar y poner todo en sus manos para que actúe en nosotros. Nos pide poner ese grano de mostaza, ese esfuezo. Y en otras palabras al decir sí de corazón, ese “Hágase” como María. Dios podrá “hacer en mi según su Palabra”.

Feliz Dia a todos los papás. Que en este día puedan renovar su confianza en Dios Padre, pues es Él quien les enseñará y obrará en ustedes cosas grandes para ser buenos hombres y santos papás.

Marcos 4, 26-34

 

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