Cuando vi este zapallo por primera vez, recién cosechado del huerto de nuestra comunidad, me sorprendí mucho. Nunca vi un zapallo grande de ese color y con tanta pulpa por dentro. Hasta me pareció bonito, así que le tomé una foto…
Siempre me ha parecido un hermoso regalo de Dios y una evidencia del tesoro de la vida, el ver cómo las semillas pueden crecer hasta ser grandes árboles, flores o frutos.
Hoy que rezaba en la parábola de los talentos, me dieron ganas de agradecerle a Dios por tantos dones que nos regala. Tomé más conciencia que el recibir sus talentos no es algo para pasar por alto, es algo que siempre nos puede asombrar. Creo que se trata de saber acogerlos como dejando que siembre sus semillas en los surcos de nuestra vida...
Meditaba que aquello que Dios nos da, simbolizado en el talento, puede tomarse de muchas maneras: como una “obligación que Dios nos exige cumplir”, como la ocasión de apropiarnos de lo suyo para ser más egoístas; o el recibir y valorar de corazón este regalo para permitir que se haga eterno…
Recibir un regalo es una maravillosa experiencia de encuentro y gratitud. Y se hace más indescriptible cuando viene de Dios.
Y si una simple semilla de zapallo sabe recibir la luz, la tierra labrada, el agua, el aire y todo aquello que le ayude a germinar y crecer; cuántas experiencias podemos vivir nosotros, hechos a imagen y semejanza de Dios, cuando la semilla sembrada es la de un don para nuestra felicidad y los que nos rodean.
Un talento o un don pueden ser cualidades personales, circunstancias favorables, virtudes cultivadas, situaciones de las que fuimos protegidos, la salud, amigos buenos, una familia unida, sensibilidad espiritual para encontrarnos con Dios y con todo lo trascendente, inteligencia de muchos tipos, etc.
Dones y talentos que son como semillas que, si las recibimos con amor, responsabilidad y gratitud, crecen y maduran de las maneras más misteriosas para ser las personas que anhelamos ser. Y todo ésto puede ser multiplicado si ponemos lo mejor de nuestra parte…
No escondamos nuestros talentos. Tengamos claro que Dios no hace un negocio con nosotros al darnos talentos, ni tampoco es el que viene a tomarnos un examen para ver si cumplimos con lo que nos ha pedido.
Dios ante todo nos ama y nos ha dado estos regalos para nuestro bien. Es incluso ese señor de la parábola que se va y regresa luego de mucho tiempo como respetando nuestra libertad, nuestro ritmo y lo que sea necesario para que la semilla crezca.
Este señor al encontrarse con sus siervos que estaban entusiasmados y agradecidos, escucha con alegría los relatos de cómo se las ingeniaron para multiplicar estos talentos que ahora dan de alimentar a otros. Talentos y semillas que alimentan también nuestra relación con el mismo Dios.
Dejemos crecer estas semillas que cuando las dejamos germinar, nos dan el fruto de ese amor que nos hace testigos de Dios en medio del mundo.
Que al encontrarnos con los demás, confirmen que sí se puede acoger los dones de Dios y multiplicarlos con su gracia. Que sí se puede amar más y mejor cada día.
No perdamos la esperanza ni le temamos a Dios. Él busca siempre vernos felices. Y si recibimos este o el otro talento, es porque sabe cuáles y cuántos necesitamos para serlo y hacer felices a los demás.
Dejémonos amar por Él y recibamos con gratitud estas semillas que con tanto entusiasmo nos ha regalado.
San Mateo 25,14-30
Como la tierra ya fresca y lista
para acoger las semillas
como un vaso nuevo y transparente que espera ser llenado
como la arcilla preparada para tomar la forma soñada
es como mi corazón quiere estar abierto
para acoger lo ofrecido
para mantenerlo agradecido
y para tenerlo más libre y pleno.
Cuando descubro la bondad
la riqueza y el tesoro
en ese don que me ofreces,
sea en ese pequeño y simple
sea en ese gran sueño esperado
o ese que me remece y sorprende,
es que te encuentro a ti mi Señor
como el verdadero regalo
presente en lo que me das
o muy vivo en lo que me quitas.
Entonces este don entregado
es todo lo contrario a una carga pesada,
porque es la pieza que faltaba
en el rompecabezas de mi historia
en el engranaje de mi camino
en la cura de mis vicios.
Es tu constante gracia empapando toda mi vida.
Y si quisiera enterrarlos
enterraría mis sueños de libertad,
me enterraría a mí misma.
Escondería mis manos para recibirte y
mi corazón para acogerte.
Recibir tus semillas
hace que todos los verbos
que me encantan y plenifican
se conjuguen en todas las formas y tiempos
viviendo el hoy intensamente
agradeciendo el ayer sembrado y cosechado
y esperando con ilusión el futuro prometido.
Dame Señor los dones que necesito
sean cualidades, ocasiones o misiones
o este maravilloso de poder amar a la humanidad.
Dame lo que quieras y cuantos quieras,
porque Tú sabes mi mejor medida
para que juntos logremos
lo que yo sola no puedo
lo que sin ti no quiero
para luego ir juntos a cosechar tus frutos
para luego ir juntos a compartirlos.
Amén
Qué descubra y haga crecer mis dones... Espíritu Santo iluminame
ResponderEliminarQuerida Magali: te agradezco mucho tu lindo y vivencial compartir, que me ha hecho pensar mucho y dar gracias a Dios
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