Me he perdido de niña varias veces, pero la vez que verdaramente estuve muy asustada fue una vez de adulta.
Era
una tarde-noche en un país lejano con un idioma que no conocía. Estaba totalmente desubicada, sin dinero ni teléfono para comunicarme. Sabía una sola
ruta de bus para llegar y lo había perdido de vista. Las personas alrededor
se desentendían y se enojaban mucho si me acercaba hablando inglés para pedir
ayuda. Se me ocurrieron muchas formas de expresarme y otras soluciones, pero iba
oscureciendo esa tarde de invierno y ya no sabía qué más hacer. La inseguridad crecía. Saqué varias moralejas para
la próxima vez, pero no tenía idea qué ruta tomar para ir caminando hacia un
lugar más iluminado y poblado. Sólo me dio para ubicar una calle ancha
y empecé a caminar encomendándome a Dios. Una hora
despúes, vi a lo lejos la movilidad que nos trasladaba en el turismo por la ciudad. Y entonces hice muchas señales para que me vean. Gracias a Dios, el bus me vio,
paró y subí pidiéndole al señor en idioma español que por favor me lleve al
lugar donde nos alojábamos.
Cuando uno está perdido puede
experimentar y evocar los sentimientos más escondidos o poco frecuentes. Sabe
que puede estar en peligro y alejarse cada vez más del lugar que le da más seguridad y
estabilidad. El que está perdido no está en su lugar, no sabe qué hacer y hacia
donde caminar. Está perdido porque no tiene alguien al lado que le pueda orientar,
animar o ubicarlo correctamente. Se cansa más porque los pasos
que puede dar son inciertos o inútiles terminando muchas veces en rutas que van
y vienen sin sentido. Muchas veces la adrenalina le lleva a caminar sin ruta antes que
estancarse y quedarse inmóvil. Y quien que no se mueve
podría pensar mejor, pero también estar paralizado por una fuerza más grande
que le nubla la razón, la voluntad evocando el pavor a lo que le puede ocurrir.
No sólo los niños pueden
tener esta sensación de incertidumbre.
Cualquiera que se sabe extraviado evoca y pide auxilio para salir de ello.
Cualquier persona perdida se sabe frágil y vulnerable porque no tiene ninguna
seguridad que le oriente y le guíe a tierra segura.
Y creo que toda esta
experiencia que describimos al estar perdidos en un lugar físico, puede trasponerse
fácilmente a una experiencia interior cuando tenemos la
conciencia de sabernos en la vida o en una circunstancia concreta sin ruta, sin
meta, sin claridad hacia donde enrumbarnos para alcanzar lo que anhela
sinceramente el corazón.
Quien se sabe perdido en la
vida, puede estar rodeado de mucha gente, de personas conocidas e incluso con
personas con quienes ha vivido siempre. Pero reconoce interiormente que
algo en la vida no anda bien. Sabe que, si mirara desde arriba las rutas y trechos
caminados, podrían ser caminos absurdos con trechos más largos de los
necesarios, trechos llenos de peligros, trechos repetidamente equivocados,
trechos que nos hacen daño y nos causan heridas, trechos de absurdos desiertos
o absurdos ahogos.
Todo ser humano puede
experimentarse perdido y reconocer que necesita alguien que pueda guiarle y
orientarle hacia el camino que le haga verdaderamente feliz. Y quien tiene la
valentía de mirar el camino y reconocer que está desorientado y sin claridad de
lo que realmente necesita en su vida, es alguien que ha dado un paso
verdaderamente importante para empezar a caminar por el mejor camino.
Quien tiene la humildad de
reconocerse necesitado y frágil es como la oveja perdida que puede balar para
ser escuchada. Balar para decirse a sí misma que está asustada, preocupada,
cansada de vivir así. Balar para pedir ayuda a los demás y dejarse guiar por
aquellos que sí le aman y le conocen de verdad. Balar para hacer un acto de
libertad y dejar que venga en ayuda Aquel que nos conoce mejor que nadie.
Sí, Jesús es ese Buen Pastor
que nos conoce mejor que nadie, es ese Pastor que se conmueve profundamente con
nuestra vida vulnerable y quiere llevarnos a los mejores pastos, a los mejores
caminos, a los mejores vientos y climas. Es el Pastor que sabe cuándo
necesitamos ayuda, cuándo estamos confundidos, cuándo tristes o muy
contentos y ubicados. Es ese Buen Pastor que dio su vida y resucitó para darnos
la verdadera vida y el verdadero camino. Un Pastor que nos mira desde el cielo,
que nos acompaña en la tierra, que va a nuestro lado, delante y detrás. Un
Pastor que sabe qué quiere expresar cada uno de nuestros cantos y balidos. Sabe
qué hay en lo profundo de nuestro silencio.
Me gustó leer el testimonio
de un pastor que cuenta cómo es su día a día.
“Cada pastor sabe lo que más conviene a sus animales en
cada época del año. No hay dos días iguales. Sí temporadas de más trabajo, por ejemplo,
en tiempos de partos, o épocas más duras por las inclemencias del tiempo… En
invierno, si nieva, no podemos sacar las ovejas de las parideras. Tenemos que
echarles allí mismo el pienso. Y en verano, las altas temperaturas hacen que
tengamos que adelantar la hora de inicio del pastor”. https://blogs.hogarmania.com/2016/12/asi-dia-dia-pastor-ovejas-trabajando-sol-sol/
Pastores que acomodan su horario y se incomodan para servir a sus ovejas. Y pensaba que, si un pastor como
éste puede ser abnegado, cuánto más Aquel que es el mismo Dios quien nos
acompaña y guía con este amor infinito.
Qué importante es para nosotros
esta paz de saber que nuestro Pastor que tanto necesitamos para caminar hacia la
felicidad, es el más feliz de guiarnos, de entregarse por nosotros y servirnos en
todo momento.
Qué paz podemos experimentar
al creer que todo lo que dice el Salmo es muy cierto en nuestra vida si
acogemos este incondicional amor de Jesús:
"Por prados de
fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi
alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre. Aunque pase por
valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado,
ellos me sosiegan."
Salmo 23, 2-4
Jesús es este Pastor del
Salmo que nos apacienta, nos conduce al reposo, al agua viva, nos conforta el
alma, nos guía por los mejores senderos y nos mantiene a salvo a pesar de los
peligros.
Seamos generosos para ser
buenos pastores con los demás como Él nos enseña. Pero primero, seamos humildes ovejas para dejarnos guiar,
amar y cargar por Aquel que nos ha amado primero e infinitamente.
El Señor es mi Pastor, nada me falta...
Jn 10,11-18
Esta canción Buen
Pastor interpretado por Cristóbal Fones, es una canción
muy bonita que puede ayudarnos a rezarle y agradecerle por tanto amor. ¡Les
animo a unirse a ella! Viene con letra.
Como siempre hermosa reflexión que nos llega hasta el fondo del Alma, no te sueltes nunca de mi mano mi dulce Señor Jesús, yo soy la más humilde de tus ovejas y no quiero nunca separarme de tí.
ResponderEliminarGracias querida Magali por compartirme tu maravillosa reflexión y tbn, preciosa la canción, la letra, música y la voz del intérprete.
Que Dios te Bendiga y te Guarde siempre.
Te quiero y admiro.